noviembre 21, 2024

Restauración del cielo raso del templo católico de San Antonio de Belén

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Estos son parte de los trabajos de restauración en el cielo raso del templo parroquial

Ing. Victorino Ramírez Murillo

En las últimas semanas, he notado los trabajos de restauración del cielo raso del Templo de San Antonio, la presencia de una gran estructura metálica (andamio) y el cambio progresivo de la tablilla del cielo raso. Desde que tengo uso de razón, he entrado a este templo y he visto el mismo cielo raso, pero ¿qué sucede cuando dejamos simplemente de ver y empezamos a prestar un poco más de atención a los detalles?

Tomarme el tiempo para observar dicha restauración hizo que saltaran varias preguntas en mi mente, sobre todo, porque provengo de una familia belemita y de constructores. A raíz de esas inquietudes, me di a la tarea de buscar información. Lo que empezó como un tema más de proceso constructivo, terminó en una historia de personas belemitas y trabajadoras.

Así fue como llegué a la casa de don Hugo Rodríguez Sanabria: el maestro de obras encargado de la construcción del cielo raso original. En el año 1978, el Sr. Efraín Zumbado buscó a don Hugo para que se hiciera cargo de la construcción del cielo raso del templo. Previamente, algunos maestros de obras ya habían rechazado el proyecto, debido a la complejidad constructiva.

Don Efraín condujo junto a don Hugo hasta la provincia de Cartago, donde el arquitecto de apellido Ferreto, (al investigar, se cree que se trata del Arq. Rolando Ferreto, quien diseñó la Iglesia de Paraíso de Cartago en los años sesenta), les entregó un boceto del cielo raso, con los arcos que caracterizan al templo, sin medidas. Don Hugo le preguntó al arquitecto sobre los planos y este le contestó: “no, ahí usted vaya jugándosela a ver cómo le va”.

Con ese boceto en mano, don Hugo empezó a conformar su equipo de trabajo: los carpinteros don Tulio Rodríguez (su padre), don Joel Ramírez, don Henry Murillo y varios ayudantes. Los aspectos administrativos, como pago de planillas y la compra de materiales, estuvieron a cargo de don Efraín y Fray Aurelio Lerena (OAR), Cura Párroco de San Antonio de Belén de 1977 a 1982.

Hugo Rodríguez Sanabria, maestro de obras del cielo raso original.

Dado que los Agustinos en esos años tenían a su cargo La Ciudad de Los Niños en Cartago, le recomendaron al padre Aurelio fabricar la tablilla en un aserradero ubicado en Cartago. Las medidas de la tablilla eran 2 pulgadas de ancho, 60 centímetros de largo y con machihembrado en los cuatro costados y, según se entiende, esta se adquirió mediante una donación procedente de Canadá.

Las tablillas del cielo raso corresponden a dos tipos de madera, Ciprés para la zona de los arcos y Cristóbal para la zona central. Las vigas que conforman el cielo raso son de madera Nazareno y Caobilla, adquiridas en San Carlos, de 8 pulgadas y 2,5 pulgadas de espesor.

Se construyó una estructura metálica apoyada a las cerchas del techo, construida por don Carlos Zumbado, para brindar soporte al cielo raso, ya que era de tipo colgante.

Las vigas de madera, en uno de sus extremos, fueron ancladas a las columnas de concreto mediante pines de acero. Además, estas se colgaron a la estructura metálica mediante pernos, varillas de acero, de diferentes longitudes, los cuales fueron fabricados en un taller de mecánica de precisión en el centro de Belén.

El trabajo de unir las vigas de madera y su colocación estuvo a cargo de don Tulio. Don Hugo menciona que lo más importante y que generó todo un reto fueron los arcos, ya que estos son de columna a columna; empiezan en las ventanas como un arco completo y disminuyen hacia el centro de la nave, sin perder la línea de centro, hasta finalizar en un plano.

Para el trazo de los arcos, se colocaron al inicio las vigas de madera, paralelas y perpendiculares a las paredes del templo. Después, mediante una cuerda, se trazó en altura el punto medio del arco. Se instalaron piezas de madera entre las vigas, con 18 pulgadas de separación y sobre ellas se fueron trazando los arcos. Cada arco es diferente, ya que al desplazarse el punto hacia el centro de la nave su altura disminuye. Geométricamente, este tipo de arco se denomina, arco de medio punto rebajado.

Una vez marcados los arcos, fueron enumerados y llevados a cortar. Se trabajaron dos juegos de estos, el primero para instalar y verificar su trazo y el segundo para servir de plantilla. El padre Aurelio y don Efraín hablaron con don Julio Rodríguez, propietario de un taller de ebanistería en Fátima, para solicitar el préstamo de sierras de banda.

Don Julio facilitó las máquinas y don Tulio se encargó de coordinar el corte de todos los arcos del emplantillado. Trasladaron las piezas de madera en un camión desde el taller hasta el templo con todos los arcos debidamente numerados y agrupados. El Arq. Ferreto efectuó una visita al templo para inspeccionar la instalación del primer arco y dio su visto bueno.

Todo el emplantillado y tablilla del cielo raso se instaló utilizando cuerpos de andamios metálicos convencionales de aproximadamente 2 metros de largo y 1 metro de ancho. En algunos casos, sobre los andamios, se colocaban pequeños bancos de madera para alcanzar los sectores de mayor altura. Las obras se extendieron por cerca de seis meses. El encargado de pintar el cielo raso fue el Sr. Julio Delgado.

Esta hermosa y detallada obra, realizada hace 40 años, ahora está muy deteriorada, es por esto que la parroquia hace un gran esfuerzo por restaurarla, lo cual implica un gran costo económico. Para ello, se está organizando un bingo el próximo 29 de abril a las 2 p.m. en el Liceo de Belén. Ojalá que los belemitas podamos colaborar para preservar este cielo raso por muchos años más.

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