marzo 29, 2024

Imagen con fines ilustrativos

Ronald Díaz V.

Desde que tengo memoria salir o entrar de Belén ha sido un problema. Por décadas, las quejas por el servicio de buses hacia San José, Heredia o Alajuela fueron la constante.

Unidades en mal estado y problemas con los horarios irritaban a los cientos de pasajeros que a diario debían desplazarse hacia otras provincias para trabajar, hacer compras, estudiar o realizar cualquier otra diligencia.

En el Belén del siglo XXI, el problema persiste. Nuestro cantón ha cambiado de forma radical de muchas maneras, pero ninguna de estas transformaciones tiene algo que ver con un servicio de transporte público a la altura de las necesidades actuales.

Es cierto que las unidades son mucho mejores que las antiguas “cazadoras” que solían quedarse varadas a cada rato, pero el hacinamiento en los buses y los horarios de servicio siguen siendo un dolor de cabeza.

Resulta increíble tener que esperar más de 30 minutos por un autobús en un cantón en donde miles de personas deben movilizarse cotidianamente hacia variados destinos.

Esto sucede incluso en horas pico, en donde uno esperaría que las empresas dispongan de más unidades para sacar la tarea, sin tener que convertir los autobuses en latas de sardinas.

La llegada del tren fue un alegrón de burro. Durante meses viajé hacia San José por este medio, hasta que tuve que desistir, al igual que muchos otros usuarios, dada la irregularidad del servicio.

Uno simplemente no puede tener una rutina de desplazamiento si cuando llega a la estación se encuentra con un letrero en donde dice: “hoy no hay tren”.

El asunto empeoró con la decisión del Incofer de eliminar algunos horarios. En lo personal, tuve que recurrir en varias ocasiones a viajar otra vez en auto que, como bien sabemos, solo contribuye con la contaminación del ambiente, las presas y afecta la economía familiar por el alto costo de los combustibles.

Así estamos. Atrapados en un cantón progresista, rodeado de grandes empresas, con un gran desarrollo comercial, pero cuyos habitantes, como en el resto del país, no disponen de un moderno y eficiente servicio de transporte público.

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