Luz y color pastel
Por Zaida Pérez Zumbado*
Al pie del pupitre la niña buscaba a tientas el lápiz amarillo. Yo me incliné y dije- ¡Aquí está su lápiz, tómelo! Ella no pudo sostenerlo, sus ojos se reían. Volví a dárselo y muda vi resbalar de nuevo el grafito entre sus dedos. Entonces pensé- ¿Será que su índice y el pulgar padecen vértigo?
Pasó el tiempo, los años cabalgaron hacia nunca, hacia siempre, no sé; pero cabalgaron. Mientras tanto, el tropiezo en su figura atrapaba poder, y como un rosal en madrugada ella sonreía.
En momentos oscuros, su cuerpo de bambú exhibió con alborozo ropaje de hospital. Vacacionó en el quirófano, en cuidados intensivos y nunca se marchitó.
Cierta vez, el milagro apoyado en el bastón me hizo señas. Llegué al corredor de su casa y pregunté:- ¿Necesitas algo?
-¡Sí, maestra empuje mi arado! – Encantada- respondí.
Entonces laboré en el surco junto a ella (como antaño), allí plantó vocales en semilla, asentó en su huerto consonantes, y a la sazón cosechó el fruto.
Una Navidad, su última gota de energía escapó y sus frases quedaron colgadas en la mente de los otros: el lamento asfixia la esperanza “Es Mejor Reír.”
En la línea invencible de su espacio, permanece su carácter férreo, que escaló abismos y dio color pastel y luz a la tiniebla.
Con cariño para Ana Teresa.
* La autora es Filóloga, Profesora Pensionada y vecina de San Antonio de Belén.
Gracias Zaida Pérez Zumbado por estas hermosas palabras para nuestra querida Ana Teresa Sánchez Zumbado
Gracias a todos los de El Guacho por ésta publicación.