El Rosario de Potrerillos
El extinto historiador Carlos Meléndez Ch., en Notas sobre Belén, afirma que, a mediados del siglo XVIII, las tierras entre Potrerillos y el Paso de la Sorda fueron llamadas Rincón del Padre Ocampo, nombre de un propietario antiguo: el cura Francisco Ocampo Golfín.
Más adelante, dice que, en 1775, se vende un pedazo del precitado Rincón en un paso llamado San Antonio, entre la Quebrada Seca y la Bermuda y, en 1777, se determinan los límites de las tierras de Quebrada Seca, origen de los cantones de Belén y Flores.
En 1791, se menciona parte del territorio como Potrerillos. No es extraño, por tanto, que este nombre designe parcialmente nuestro territorio y que, hoy sobreviva la referencia cuando indicamos propiedades en la zona sur-oeste del cantón y, específicamente, cuando identificamos el lugar donde todavía existe la Gruta de Potrerillos.
Estos datos presuponen que, en este último lugar, nació el cantón de Belén. Para Meléndez, los primeros pobladores fueron los Murillo, González y Moya. En una línea similar, don Bolívar Villegas Alfaro (q.e.p.d.), en el texto El Rosario de Potrerillos atribuye (según la versión popular) a Santiago González Gallegos la fundación del cantón con la construcción de las tres primeras casas. Amplía, sin embargo, que otros consideran como auténticos fundadores a la familia Pérez de Cotte.
Lo importante de la reseña anterior es que, si los belemitas queremos un sitio histórico para argumentar nuestro nacimiento, ya lo tenemos: la Gruta de Potrerillos. El escritor herediano Luis Dobles Segreda establece 1791 como el año en que se erige esta gruta en La Asunción, sin duda relacionada con el sitio de Potrerillos. Según Villegas “solo este lugar tiene ese inconfundible matiz de lo antiguo, olor de acacias coloniales de Villa Vieja, aire de la Inmaculada Concepción de Cubujuquí”.
Luego, aparece, en el texto de Villegas, otra afirmación contundente: “Ahí nace aquel hijo de la española Ramona Pérez Reyes, Juan Agustín Chaverri Pérez, hombre de pro y señor del caserío, querido y respetado del todo.”, quien “celebraba su día onomástico a la usanza española, con un rosario extraordinario en su casa solariega”. Según este estimable ciudadano, su hija doña Elisa Chaverri de Aguilar adoptó la piadosa costumbre y la transmitió a sus descendientes.
Presuponemos que la tradición se mantuvo durante el siglo XIX; sin embargo, sobre este período no existe información documental. Lo único disponible es la historia oral que escucháramos, en nuestra infancia, de boca de padres, abuelos y abuelas y que permite la hipótesis, según la cual el Rosario de Potrerillos siguió su curso hasta el siglo XX.
A la altura del año 1997, tuve el privilegio de entrevistar a los hermanos José, Fernando, y Genarina Fuentes y a su sobrino Manuel Fuentes, descendientes de esa valiosa estirpe fundadora. Gente trabajadora, honesta, campesina y dotada, también, de gran talento organizativo y artístico, quienes, junto a otros vecinos de la zona y durante muchos años, participaron activamente en la realización del Rosario de Potrerillos.
Recordaron, en aquella oportunidad, los integrantes de los grupos musicales que amenizaban fiestas familiares y comunales y, por supuesto, los rezos a inicios del siglo XX. También, rememoraron que su padre Pío y su tío Andrés Fuentes manejaban la guitarra y la mandolina, así como Filadelfo Quesada y Ramón Aguilar el acordeón y la guitarra respectivamente.
Resaltaron, de manera particular, el talento musical de los hermanos Alex y Ernesto Phillips, quienes, allá por 1925-1935, organizaron un grupo musical en el vecindario. Los hermanos Fuentes, para entonces, eran menores, pero igual se fueron incorporando y creciendo musicalmente con los hermanos Phillips.
En esta conversación, saltó inevitablemente el tema del Rosario a la Santísima Virgen de la Concepción impulsado por su tía Elisa Chaverri. El Rosario inicialmente atraía a las familias de Potrerillos, propietarias de pequeñas fincas en los alrededores; empero, dada la organización y la calidad del acompañamiento musical, fue creciendo el número de visitantes provenientes de San Joaquín de Flores, Santa Ana y Heredia, entre otras comunidades.
El Rosario arrancaba con una procesión de la virgen desde la casa de doña Elisa, hacía varias paradas en otras casas del vecindario debidamente adornadas y, luego, bajaba al fondo del lugar cerca de la gruta.
Según los hermanos Fuentes, tanto creció la actividad que llegó el momento que se hizo insostenible la atención de tanta gente. El Rosario implicaba el anuncio con bombetas y la organización que daba cuenta de la procesión, la alimentación, la musicalización, el canto gregoriano y la atención de visitantes. Incluso, en algunas ocasiones se improvisaban bailes con música de pasillos, mazurkas, vals y otros géneros de la época.
Desafortunadamente, esta tradición cultural y religiosa se perdió y, hoy, ningún belemita (descendiente, apasionado de la historia, dirigente comunal o autoridad municipal), muestra interés por recuperarla. Una tradición trascendental para la identidad local, amenazada por la turbulencia del crecimiento urbano caracterizado por condominios, congestión vehicular y desmesurado interés por enriquecer con la venta de tierras y de negocios consumistas. Queda el desafío para la Asociación de Desarrollo de La Asunción, Unidad de Cultura Municipal y Parroquia de recuperar este valioso patrimonio.
Danilo Pérez Zumbado.
Fuentes:
Meléndez, C. Heredia. Ayer, hoy y siempre. Hoja de mimeógrafo. Heredia. 15 marzo, 1963;
Villegas Alfaro, B. “El Rosario de Potrerillos”. Cartilla. Sin fecha;
Dobles Segreda, L. Heredia. Geografía, Historia Literaria. Imprenta Lehmann. Asociación Ala Editora. Heredia. 1935;
Pérez Zumbado, E.D. entrevistas Hermanos Fuentes. Enero 1997.