abril 26, 2024

Roberto Rodríguez Sánchez 

roberto.rodriguez@periodicoelguacho.com

 

Construida entre 1897 y 1900, la estación de San Antonio de Belén se convirtió en el motor del intercambio social y de mercaderías durante 80 años, lo que influyó en el desarrollo económico del cantón. Esta recibió el nombre de Estación 5, dado que era la quinta en el trayecto desde San José a Puntarenas.

La carga y descarga de productos como el café, arena, granos, entre otros, era la principal actividad que albergó la edificación. Dicha actividad demandaba mucha atención por parte de los bodegueros y demás empleados, debido a que la ley ferroviaria exigía que la mercadería fuera manifestada por cada cliente. Cualquier error tenía que ser asumido por el empleado, según una recopilación realizada en el libro “Belén Antes”. 

Además de las actividades de carga y descarga, La Estación funcionó para el tránsito de pasajeros.

Entre semana, era utilizada por belemitas que se desplazaban hacia San José de compras o a estudiar. Además, durante la época seca, muchas personas de lugares aledaños pasaban por el sitio con tal de ir al balneario Ojo de Agua, vender productos, recoger pagos o visitar familiares.

Esta concurrencia de gente era aprovechada por familias belemitas que vendían rosquetes a los pasajeros.

El estilo victoriano

“La arquitectura de la Estación se basó en un estilo victoriano característico del siglo XIX, con un desarrollo bastante austero”, detalló Ligia Franco, arquitecta de la Unidad de Planificación Urbana de la Municipalidad, y quien estuvo al frente del proceso de restauración.

El estilo victoriano es una corriente arquitectónica que nació en Inglaterra durante el siglo XIX durante el reinado de Victoria I. Posteriormente, se extendió a los Estados Unidos, desde donde se importó a Costa Rica, principalmente de la cuenca del Mississipi.

El auge del cultivo de café, la maduración de la industria maderera y el abandono de las formas de adobe dieron paso al desarrollo de este tipo de arquitectura en el país.

“El principal material de construcción empleado en La Estación es la madera. De acuerdo a estudios que se realizaron, esta corresponde a madera de cedro. Asimismo, posee un sistema de tabiques expuesto casi en el interior y utiliza doble forro en las paredes de la boletería y en la oficina”, mencionó Franco.

Actualmente, el inmueble aún mantiene los mismo aposentos que cuando se construyó. “Cuenta con un espacio central que era donde se realizaba el acopio, el pesaje y la consignación de los bienes que serían enviados hacia distintos puntos del recorrido entre San José y Puntarenas, o que eran recibidos en San Antonio. Además, tiene una pequeña oficina, servicio sanitario, el área de boletería y una pequeña bodega”, agregó.

La restauración

El proceso de restauración del inmueble se inició en octubre del 2010, luego de varios esfuerzos y de concretar el Convenio de Cooperación Interinstitucional con el INCOFER en el 2008, y gestionar los permisos ante el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura y Juventud.

Anterior a la restauración, el inmueble no estaba en las mejores condiciones. En él se había instaurado una cuartería para lo que adicionaron materiales que no eran propios de la estructura.

“Las  malas condiciones en las que nos encontramos el edificio no eran solo por el deterioro de la estructura de más de 100 años, sino por el efecto de la humedad generada por daños a la cubierta del sector este, lo que permitía el ingreso de lluvia al interior. Dañando, de esta manera, la cerchas”, mencionó Franco.

“También la existencia de duchas improvisadas y pilas que desaguaban directamente al suelo contribuía al aumento de la humedad. Por otro lado, el edificio sufrió daños por actos vandálicos, quebraduras de piezas de madera de las paredes o retiro de estas, entre otros”, se refirió Franco.

Para Franco, la conservación de este patrimonio es importante porque permite no solo la consolidación del tejido urbano y del paisaje de la región, sino que también permite el afianzamiento del acervo cultural de los habitantes, lo que refuerza los  rasgos identitarios y culturales del ser belemita, ayuda a comprender sus orígenes como comunidad, y potencia sus oportunidades futuras.

Actualmente, en el edificio se encuentra el punto de exposición y venta de productos de la Asociación de Arte y Artesanía Belemita (ASABE). Además, es utilizado para actos culturales y sirve para esperar el tren que viaja a San José.

 

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