noviembre 21, 2024

Imagen con fines ilustrativos

Por Felipe Solís Murillo*

El jueves 15 de abril, fui de excursión con mis compañeros de clase. Partimos aproximadamente a las 12 m.d., dirección oeste hacia el bosque de Aragno. A primera vista, el bosque me pareció muy bonito y que la excursión iba a estar muy divertida,o bueno eso pensé.

-A decir verdad, no entendí muy bien el nombre de dicho bosque, pero no le di mucha importancia. Una vez nos adentramos en lo más profundo del bosque, sentí un delicioso aroma de flores, también logré observar diminutos animales como orugas, mariposas, osos bebés,monos e incluso logramos ver un buho, pero, hubo un momento en el que vi un animal grande, peludo, con ocho patas, tenía un color marrón oscuro y la punta de su «espalda» roja, cuando estuve en frente de ese animal, empecé a sentirme raro, al observarlo, un extraño calambre arrasó por todo mi cuerpo, y mi corazón latía cada vez más rápido.

Yo y mis compañeros salimos corriendo en diferentes direcciones por la tención, por dicha, antes de adentrarnos al bosque, habíamos quedado en que, si nos perdíamos, teníamos que ir a la entrada del bosque y ahí reunirnos. Una vez reunidos, le comentamos lo sucedido a un señor y nos recomendó ir a ver a un doctor, para que nos explicara mejor lo que pasó. Una vez que llegamos donde el doctor, nuevamente explicamos la situación, él nos dijo que el animal que habíamos visto se llamaba «araña» y la tensión que sentimos se debía a algo llamado «aracnofobia». Esto me ayudó a entender mejor el nombre de aquel bosque, después de esto, le conte toda las experiencias y las aventuras que viví en esta expedició a mi mamá.

Estudiante de los talleres Palabra Creativa*

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