noviembre 20, 2024

Un recorrido por las casas antiguas de La Asunción

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Andrea Mora Hernández

redaccion@periodicoelguacho.com

En El Guacho, nos dimos a la tarea de buscar algunas de las casas más antiguas de La Asunción. Les presentamos los datos más importantes de estas moradas asuncioneñas.

Casa de la familia Rodríguez Alfaro: Data del siglo XIX

La casa se encuentra en el Bajo del Chompipe. Primero, perteneció a la familia de Gabriel, Abel y Raúl Murillo. Luego, la compró en 800 colones a la familia Rodríguez Alfaro, la cual estaba originalmente conformada por 14 miembros. De ellos, don Javier Rodríguez Alfaro es el actual dueño. Esta vivienda fue construida con bahareque y sus paredes miden 60 centímetros de grosor. Antes, cocinaban con leña y, en las vigas del techo, ponían el dulce de caña para que se ahumara. Contaban con vacas de ordeño, chanchos y gallinas, que perseguían para descubrir los huevos escondidos en el patio, antes de que los empollaran. Esta casa queda contiguo a una acequia, en la cual don Javier y sus hermanos se bañaban cuando eran niños y las vecinas utilizaban para lavar ropa mientras comentaban de las aventuras que tenían con sus novios los fines de semana. Don Javier espera que puedan hacer los trámites para que su casa sea Patrimonio Histórico Cantonal.  

Casa de la familia Murillo Rodríguez: Más de 100 años

La casa siempre ha pertenecido a la familia Murillo Rodríguez, los cuales eran aproximadamente 12 miembros. La estructura inicial de la casa es de adobe y el techo de tejas; sin embargo, conforme crecía la familia, le agregaron más habitaciones. En la casa, tareas simples como tender la ropa o dejarle el almuerzo a los cuñados se convertían en toda una hazaña, porque los chompipes y los gansos correteaban y trataban de picar a cualquiera que se animara a realizar estas labores. Las mujeres de la familia sembraban maíz, frijoles, camotes y almácigo de cebolla en la finca Los Morales, ahora Bosques de Doña Rosa y Cariari. Actualmente, Dulcelina Murillo Arce, conocida como Pilar, y Consuelo Murillo Arce viven en esta casa. Doña Pilar cuenta que en su infancia jugaba paleta, trompos, al sube y baja con un bambú que estaba en medio de una horqueta, y a la rayuela en la calle que pasa al frente de su casa, con una cáscara de banano.

Casa de la familia Murillo Zumbado: 64 años

Sus primeros dueños fueron Rogelio Murillo González y Margarita Zumbado Rodríguez. En total, la familia se conformaba de 14 miembros, los cuales son conocidos como los “Lelos” por su papá. Los primeros cuartos están hechos de bahareque y originalmente varias de sus ventanas eran de estilo hoja. Don Rogelio trabajó como agricultor para los Zamora por muchos años; además, tenía sus propias parcelas cerca de la casa, donde sembraba tomate y chile. Los cafetales que estaban detrás de la casa se convertían en el patio de juegos para sus hijos e hijas, quienes, además, disfrutaban de lanzarse sobre los montones de hojas que se acumulaban debido a los árboles cercanos a la propiedad. Cuando don Rogelio le vendió uno de sus terrenos a su hermana en 5 mil y el otro a la Scott en 10 mil, se empezó a poblar más la zona cerca de la casa.

Casa de la familia González Zumbado: Más de 150 años

Su primer dueño fue Manuel Fuentes; luego, pasó a manos de José Rodríguez y, finalmente, ha pertenecido a la familia González Zumbado, los cuales eran 12 miembros. La casa fue construida de adobe, su piso era de tierra, y estaba compuesta por varios dormitorios, una gran sala, una cocina y un corredor, el cual usaban para colocar madera. Antes, cocinaban con leña y dejaban que las gallinas y los chanchos andaran por toda la casa. María de las Nieves González Zumbado, conocida como Marita vive actualmente en esta casa. Ella cuenta que algunas de las casas más antiguas de La Asunción las tuvieron que botar, porque varios terremotos las dañaron mucho. Además, relata que toda su familia es pariente de Manuel del Pilar Zumbado.

Casa de la familia González Fuentes: Data del siglo XIX

Unos de sus primeros dueños fueron Jeremías González González y Josefa Fuentes Zumbado. Su familia se conformaba de 12 miembros, los cuales también son parientes de Manuel del Pilar Zumbado. Su estructura está hecha de adobe, tiene 4 aposentos y el techo es de tejas. Sus dueños actuales creen que el suelo de piedra en el que están las bases de la casa ha permitido que esta no se dañara debido a los temblores y terremotos. Esta vivienda posee grandes vigas de madera de cedro que utilizaban los niños y niñas de esta familia para hacer hamacas con mecates de pared a pared. Como antes el acceso a hospitales era más difícil, los hijos de la la abuela Emilia nacieron en esta casa y los partos fueron asistidos por Toña y Luisa, las hermanas mayores de la familia. Esta casa es Patrimonio Histórico Cantonal desde el 2012.

Casa de la familia Segura Delgado: 68 años

Sus dueños son Pedro Segura González y Mariangela Delgado Ramírez, conocida como Betty, y su familia estaba conformada por 8 hijas e hijos. La casa fue diseñada por Lito Zumbado y la construyeron don Pedro y su padre. Como el terreno era un paredón, tuvieron que utilizar una pala que se manejaba con bueyes para sacar la tierra y aplanar el lugar que iban a usar para la construcción. Esta vivienda es de madera de Pochote, Cenízaro y Guanacaste, su piso es de mosaico,  los cimientos son de cemento. Además, tenían una gran pila de piedra con doble batea y un fogón de leña con el que cocinaron por muchos años. Al inicio, para poderse bañar tuvieron que hacer un baño hondo, porque al nivel de la casa no les llegaba bien el agua. Cuando los Zamora regaban los cafetales que estaban cerca, las aguas del riego llegaban hasta la casa y los hijos e hijas las usaban para jugar.

Casa de la familia Fuentes Rodríguez: 125 años aproximadamente

La casa era de Estanislao Fuentes, conocido como Tallo, y Josefa Zumbado y pasó a manos de Indalecio Fuentes Zumbado y Anatolia Rodríguez Campos. Su familia estaba conformada de 18 miembros. La casa es de adobe; originalmente, estaba constituida por la fachada, la sala, el comedor, la cocina y los dormitorios, pero se le fueron agregando otros aposentos conforme crecía la familia. Don Indalecio era agricultor, su filosofía era que “la honestidad es la puerta del éxito”. Un vecino llamado Amado los visitaba una vez a la semana para bañarse en la ducha que tenían afuera. Este señor era conocido por ser “medio brujo” y cuando se estaba bañando llamaba a los “espíritus del mal”, por ello doña Anatolia no dejaba que sus hijos e hijas salieran de la casa hasta que él terminara. La casa es Patrimonio Histórico Cantonal desde el 2012. Más allá de ser solo una casa, es un hogar que, aún hoy, encierra la historia de un amor profundo entre don Indalecio y Anatolia.

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