abril 25, 2024

Yendry Delgado Aguilar*

Recientemente, empecé un curso de crochet (tejido con una aguja) en Adi La Ribera.  Me llamó la atención cuando lo anunciaron en redes sociales, ya que hace años aprendí un poco de eso cuando estuve colaborando con los grupos de mujeres en el  Congo. En ese momento, me sugirieron aprender sobre lo que ellas hacían para ganarse la vida en sus empresas sociales, y comprender mejor su contexto.

En aquel momento, en la época de la juventud imperiosa, todo me emocionaba, quería aprender y hacer de todo, era tiempo de mucha  acción y un grado de reflexión básico. Hoy, con un poco más de madurez y sobre todo conciencia, estuve meditando sobre la acción de tejer. 

Un hilo, una aguja y alguien que va entrelazando repetidamente las puntadas para ir formando algo: un bolso, una blusa, unos zapatos.  En nuestra vida, cada quien en su proceso, va haciendo lo mismo, nos conocemos unos a otros, nos relacionamos, nos entrelazamos… A veces nos hacemos nudos, no sale nada agradable a nuestro entender, todo se enreda y terminamos frustrados.  En otras ocasiones, diseñamos relaciones maravillosas de años, de amistad, cooperación, comprensión, risas, etc.

Sea cual sea la experiencia, el enredo de nudos sin forma o las bellas creaciones, todo, absolutamente todo tiene un sentido si logramos tomar distancia y observar lo que hemos creado.  Los nudos amorfos suceden porque nosotros hacemos una mala interpretación de lo que acontece en nuestras vidas. Estos eventos “negativos” pasan por el lente de nuestros prejuicios, ya que todo ello trae valiosas lecciones que si logramos entenderlas, las trascendemos y, como hacemos en las clases de crochet, se deshace lo que no quedó bien, para empezar de nuevo. Con el mismo hilo ¡no importa!, mientras vamos aprendiendo  podemos utilizarlo de nuevo. Cuando ya hemos interiorizado la lección conscientemente, podemos ir a buscar otros hilos, otras agujas, otros diseños más complejos, porque ya tenemos la experiencia.

Qué nuestro deseo más profundo sea crear tejidos hermosos, llenos de color, con distintos diseños, para que el día que nos toque partir de este mundo, nos vayamos con una gran satisfacción de haber dado lo mejor de nosotros, con buenas acciones por los demás, corrigiendo nuestros defectos y viviendo a plenitud el aquí y el ahora, agradeciendo cada momento, porque todo es parte de nuestro aprendizaje integral.

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