diciembre 11, 2024

Edición especial: Apuntes históricos de mi pueblo: Capítulo X. “Festividades del pueblo”

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Originalmente llamado Salón Teatro del Corazón de Jesús, en la década de los 40’s cambió su nombre a Teatro Belén. En la actualidad donde existió el teatro, se ubica el Salón Parroquial Ángel Sancasimiro.

Por. Filadelfo González Murillo* 

En ese mismo año de 1908, estando aquí de temporada el Ministro de Gobernación y contra todas las posibilidades de obtener un buen resultado, comenzó sus gestiones para la creación de la Internunciatura Apostólica en Centroamérica (porque fue Monseñor Monestel el de la idea). Fue en este pueblo donde se celebraron las conferencias que tuvieron como fin la creación de dicha Internunciatura, la que se consiguió finalmente. 

Fue elegido Delegado Apostólico en Centroamérica, con residencia en Costa Rica, el hoy eminentísimo Cardenal don Juan Cagliero, el 11 de junio de 1908, quien llegó a Costa Rica el 7 de agosto del mismo año. 

El 1 de julio de ese mismo año, había partido para Roma, por segunda vez, desde que era cura de esta Parroquia, Monseñor Monestel y dejó interinamente al frente de ella a Fray Marciano de Horta, quien también quedaba encargado de los trabajos de la nueva casa y cuya construcción había emprendido a fines del año anterior (esta casa fue construida, según manifestó él, en varias veces y de lo que soy testigo, no al fin de dejar él la Parroquia de acuerdo con la autoridad Eclesiástica, sino que la administrara una Comunidad Religiosa y ayudara a los curas nuevos). En la construcción de esta casa que tan malos ratos le dio, invirtió él de su propia hijuela materna como 10 000 colones y que fue terminada, si mal no recuerdo, a fines de 1909. De ese segundo viaje a Ciudad Santa, Monseñor Monestel regresó en febrero de 1909.

El día miércoles de Ceniza desembarca en el Puerto de Limón Monseñor Monestel, adonde fue a recibirlo una comisión de vecinos de este pueblo compuesta por los señores Jefe Político: don José Murillo; agente de la Policía de La Ribera, don Rogelio Chaves, don Fermín González, don Daniel Arce, don Julio Zumbado, don Leopoldo Castillo y don Filadelfo González.

En este viaje trajo consigo, comprada con su propio dinero, la estatua de Lourdes, que se halla en la gruta, los ángeles que lucen a su lado, y otro del Altar Mayor y la Cruz incrustada en Mármol que se halla en el mismo altar, además, una preciosa estatua de San Rafael (para la ermita de aquel barrio).

Desde 1910 en adelante (sin que hubiera dejado de celebrar los años anteriores) fue la fiesta del “11 de febrero”, la principal de la Parroquia, por su pomposidad y por estar ya la gruta, enriquecida con un sinnúmero de gracias espirituales, el día de la fiesta.

Ya desde esa fiesta y durante el tiempo que permaneció en Costa Rica, el Señor Delegado Apostólico asistió a dicha fiesta. Durante la novena había sermones de misión predicados por los Capuchinos y por los Salesianos en dichos días había numerosísimas comuniones el onceavo día de la fiesta por la noche, después de haber hecho la célebre Procesión de las Antorchas, y el pueblo vitoreaba al representante del Santo Padre para que, a nombre del pueblo, le sentara sus respetos. El saludo era siempre contestado por el señor delegado, con lo que terminaba dicha festividad.

Cumpliéndose en el año 1912 los cincuenta años de la Parroquia, se dispuso celebrar las Bodas de Oro dignamente. Al efecto, se decidió que dicha fiesta jubilar se celebrara en los días 11,12 y 13 de febrero de 1912.

Con este fin, desde el 1 de febrero, acompañado de su Señoría, Monseñor Félix García, llegó aquí el Delegado Apostólico el dos de ese mismo mes. Comenzó la novena preparatoria, en la cual predicaban todos los días alternando el Sr. García y Fray Luis de Villafranca, los cuales en compañía del padre Martín Salinas, quien también se encontraba aquí. El Sr. Monestel y el Sr. Delegado oían las conferencias y había días de permanecer en el confesionario hasta las once de la noche. 

El 11 de febrero se celebró con inusitada pompa la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes. Predicó ese día el Dr. Claudio Volio (quien fue obispo de Sta. Rosa de Copán en Honduras).

El segundo día fue alusiva al Cincuentenario de la Parroquia. Ocupó el púlpito el Dr. Félix Guerra (quien fue Arzobispo de Santiago de Cuba). El tercer día, se celebró un Funeral Solemne por todos los difuntos de la Parroquia e hizo uso del púlpito Fray Manuel Tarrascón de la orden de Santo Domingo. A todas esas funciones asistían con todos los curas vecinos, los cuales participaban en las ceremonias religiosas.

Voy a enumerar a los Padres que entonces asistían como simples sacerdotes y hoy están elevados en dignidades: Dr. Félix Guerra, Arzobispo de Cuba, Fray Agustín de Artera, Obispo de Buefield en Nicaragua, Dr. Antonio del Carmen Monestel, Obispo de Alajuela y, por último, el Dr. Claudio Volio, obispo de Santa Rosa de Copán.

La festividad del 11 de febrero o fiesta de Lourdes se seguía celebrando con gran pompa hasta el 11 de febrero de 1915. Durante ese tiempo y para dicha fiesta el pueblo era visitado por diversos grupos de peregrinos de los pueblos circunvecinos, que ese día se daban cita para tributar sus homenajes a la Reina del Cielo, que ya por varias ocasiones había manifestado, con sus gracias especiales, que le era agradable en el pueblo santuario que le habían dedicado. 

En 1913 se emprendió la construcción del Salón Teatro del Corazón de Jesús, con el fin de que hubiera un centro donde los vecinos pudieran cultivas las relaciones sociales. Este fue el fin que se propuso la Junta Directiva del Apostolado de la Oración al construir dicho salón. 

*El autor fue vecino de toda la vida de San Antonio de Belén, fue además Jefe Político (antigua denominación de la figura de Alcalde) de Belén. Los relatos narrados provienen de un cuaderno de apuntes redactado en 1924, que el autor regaló a su hijo Ricardo ‘’Ricardito’’ González y que varias décadas después fueron transcritas para su publicación por Benedicto Zumbado Z. La mayoría de relatos provienen de los abuelos del autor, Niberato González y Concepción Moya, quienes a su vez el autor explica que eran nietos de los fundadores del pueblo. 

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