abril 25, 2024

En el juicio mencionado en el artículo de opinión, testigos declararon que tortugas como esta fueron atropelladas luego del drenaje del humedal.

Por. Danilo Pérez Zumbado *

Muchos vecinos, en especial descendientes de familias originarias del cantón, no esconden el regocijo de vivir en Belén. Tal expresión se relaciona con la identidad cultural. Esta supone la existencia de rasgos de ser y pensar peculiares y, por ende, distintos de otras comunidades. No obstante, en comunidades grandes (países)  y pequeñas existen varias identidades, dada la diversidad de razas, etnias e incluso nacionalidades que las conforman. Los procesos demográficos (entre otros), inciden en esa pluralidad. Belén, por ejemplo, entre 1963 y 2008, cuadruplica su población, pues se pasa de 4.781 a 22.973 habitantes. Tal aumento se vincula con la llegada de gente de otros cantones y naciones, verbigracia, entre 1973 y el 2000 arribaron 4.553 personas y en el 2000, residían en el cantón 1.800 personas pertenecientes a más de 17 nacionalidades. 

Sin embargo, si de valores “autóctonos” se trata, conviene mirar el escudo municipal. En dicha heráldica se muestra la actividad agrícola ya en franca desaparición, la nostalgia del desarrollo avícola (representado por un gallo y no por su verdadera protagonista: la gallina) y tres elementos vigentes, la centralidad territorial, la industria y la riqueza hídrica del cantón. La última debería ser el núcleo natural de nuestra identidad. Cuatro ríos cruzan el territorio local, tres importantes mantos acuíferos subyacen nuestro suelo (Barva y Colima superior e inferior) y diversos manantiales sobreviven a pesar de la cuantiosa extracción de agua para diversos fines.  

Por esa riqueza, Belén experimentó auge económico y laboral en los años veinte mediante la construcción de embalses y plantas hidroeléctricas en el Río Virilla y se convirtió en un polo urbano e industrial después de los sesenta del siglo XX. Y a estas alturas del siglo XXI vivimos de los réditos de esa fortuna natural. No estoy seguro si hemos sido conscientes y responsables de tal opulencia, pues nuestro comportamiento parece haber estado principalmente orientado a su explotación mercantilista. No existe una política municipal contundente al respecto. En el Plan Cantonal 2013-2022, se habla de adquisición de terrenos para zonas verdes, reforestación, limpieza de cuencas y protección de mantos; no obstante, no existe una directriz precisa de adquisición áreas de manantial o de convenios intermunicipales para la preservación de las áreas de recarga en la cordillera en plazos de tiempo razonables.  

Quizá lo anterior explica la posición municipal  ante el conflicto del humedal de La Ribera. Si el recurso hídrico es fundamental en nuestra identidad, no entendemos por qué la Dirección Jurídica, frente a la sentencia N° 29-2020-VIII del Tribunal Contencioso Administrativo favorable  a la desarrolladora Quintanela S.A. (que declaró sin lugar la demanda municipal que pretendía anular los permisos de construcción otorgados en los años 2004 y 2005 en dicho humedal), haya  recomendado en la sesión #21-2020, no interponer un recurso de casación, aceptar el precitado fallo y, con ello, señalar que los permisos de construcción eran “válidos y eficaces”.

La posición fue tambaleante porque, primero, los representantes de Liberación y la Unidad en el Concejo aceptaron la recomendación de la Dirección Jurídica y, segundo, porque no fue sino después, cuando se supo que la Procuraduría General de la República, mutuo propio, interpondría el  recurso de casación ante la Sala Primera  y  se presionara por la vía de la movilización social, que los mismos regidores cambiaron de opinión. Nos alegra que, posteriormente, hayan acordado con el voto de Unión Belemita la preservación y adquisición de los terrenos del Humedal. A pesar de ello, la vacilación muestra cuán poco tienen incorporado, algunos de nuestros representantes, ese valor de nuestra identidad local y hasta dónde están dispuestos a defenderlo.

*El autor es catedrático pensionado de la Universidad Nacional y vecino de calle La Labor

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