abril 25, 2024

Mi propio plan de mejoramiento cardio-pulmonar I

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Imagen con fines ilustrativos.

Imagen con fines ilustrativos.

Mario Sánchez Corrales
Mario Sánchez Corrales

Lic. Mario Sánchez Corrales*

El cuerpo humano tiene sus propios patrones físicos de comportamiento, si logramos conocerlos, comprenderlos y ajustarnos a ellos de manera lógica e inteligente, podemos hacer de manera automática nuestro propio plan de mejoramiento cardio-pulmonar, con el fin de asegurar una mejor calidad de vida.

Antes de iniciar es importante conocer por medio de un examen de sangre al menos los niveles de “grasas” en nuestra sangre, donde podamos valorarlo de acuerdo con los siguientes parámetros:

Triglicéridos                           Máximo 150

Colesterol                              Máximo  200

Colesterol malo    LDL          Máximo  159

Colesterol bueno  HDL         Ideal 103<159 

Los primeros 3 valores serán mejores entre más bajo sea el dato y el cuarto entre más cerca se ubique del valor mayor del rango porque este colesterol HDL, es el que hace una labor limpieza de grasas en las paredes de las venas y arterias. Por otra parte, un electrocardiograma es recomendado para tener un criterio médico que nos ofrezca información confiable sobre el funcionamiento de nuestro corazón.  Una vez hechas estas observaciones vamos a tener presente que el mejor trabajo físico será el que cumple con estas tres funciones a la vez:

  1. Utilizar la grasa como energía.
  2. Estimular el músculo cardiaco.
  3. Tener un mejoramiento paulatino y automático de la condición física.

El cuerpo humano usa las calorías como primer fuente de energía para cualquier tipo de actividad, en este caso actividad física dirigida. Una vez que agotan las reservas de calorías o glucosa y conforme se va requiriendo más energía,  se va dando la transformación de las reservas de carbohidratos a calorías para ser utilizadas como fuente de energía, este fenómeno es el proceso normal; pero aún queda en el organismo los depósitos de grasa y no es normal que el organismo pueda utilizar la grasa como energía. 

Sin embargo, es posible, por medio de un proceso dirigido, convertir esas grasas en calorías, para lo cual se requiere que el tipo de ejercicio que se lleva a cabo sea “lento y prolongado”, de manera que el organismo tenga tiempo suficiente para ir haciendo la conversión de grasa en carbohidratos y de seguido en calorías. 

¿Pero en qué consiste ese proceso “lento y prolongado?”  Para que ese proceso se lleve a cabo se requiere realizar actividad física a un 60 o 70% de intensidad por al menos 35 minutos y después de ese lapso se podrá empezar a utilizar grasa como parte de la energía para seguir con la actividad física.

*El autor es Máster en Educación, con énfasis en entrenamiento deportivo. Entrenador de fútbol, Lic. Campeón nacional 4×400 1985

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