noviembre 21, 2024
Imagen con fines ilustrativos.

Imagen con fines ilustrativos.

Por: María Fernanda Segura Beltrán

¿Puedo expresar con palabras aquél dolor que siento?  

Tal vez estaré viendo una gota como una tormenta con viento.

Con fríos ápices de lluvia me baño a cuerpo entero.

Y podría jurar que me ahogaría en cualquier momento. 

Quienes eran tenues gotas cada vez se vuelven más espesas; el viento las potencia y no caen con decencia.

Se entierran en mi piel cuál espada o ballesta.

Protegerse de la lluvia es trabajo sin respuesta.

Mi ropa sigue húmeda y en mi cabello se deslizan frías pero acogedoras gotas; gotas de agua vieja, agua mala, agua densa y agua clara.

No me queda más opción, ni esconderme ni escapar, solo me queda esperar a que otra tormenta oculte las demás.

Mientras, miraré mis manos aunque mi vista se nuble cada vez que lo intente. 

Madeja libre, expuesta, deshonesta, presa de las finas agujas de metal.

Los ojos de lo que pareciera ser un dardo tentador son cabales a mi dolor y no puedo evitar admirar tal delicadeza.

¿Pasará solo en mi cabeza? 

Muerte lenta y dolorosa, un ave sin saber volar, un pez sin poder nadar.

Tapar el mar con un trapo a ras, pero su material no durará y la esperanza se perderá. 

 

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