Nada más qué pensar
Por: Sofía Zumbado Torres
A veces pienso en eso,
en las cosas que no puedo decirle a nadie
y encadeno a existir conmigo, como un eco
que me refleja de frente,
pero al mismo tiempo, me da la espalda para no verme.
Imagino que hay humo y contaminación
entre la distancia,
la distancia que hay en cada cosa que
nace de mis pensamientos,
cada cosa que inspiro y exhalo;
una distancia infinita,
porque no termina pero tampoco empieza.
Ojalá pudiera retratar todo,
no abandonarlo;
siento que escapo de mis palabras
y me alejo para que se pregunten qué hicieron mal.
Nunca van a entender ni volver a confiar,
ese es el tipo de poder que tenemos sobre el resto del universo.
Tengo motivos para huir de mi propia mente:
algunas noches estoy acostada en mi cama, y solo veo una densa oscuridad sobre mí.
Entonces, me vuelvo consciente del camino que recorro;
Probablemente miles de personas murieron hoy, pero yo no.
Pude haber muerto cada segundo del día, en cada situación, pero no sucedió.
Y mañana, podré morir a cada instante,
tal vez pase, tal vez no.
Solo soy un cuerpo esperando a que alguna situación le quite la vida.
No es miedo a morir,
es temor a no poder ignorarlo;
cómo funciona eso de morir,
qué pasa después de un último respiro,
¿qué se piensa cuando finalmente no podemos hacerlo más,
qué se siente renunciar a sentir?
¿La muerte es un todo o un nada? un final o un comienzo?;
¿un antes o un después?