Te veo me veo
Por Lizbeth Murillo Rodríguez
Licenciada en Relaciones Públicas
Los valores son los tesoros de la vida que enriquecen a la los seres humanos, son amigos que hacen llegar la felicidad a través del autorrespeto y, la dignidad como guías generales de conducta. Determinan la manera como preferimos invertir el tiempo y energía. Estos influyen decisivamente en nuestra existencia autodefiniéndonos, como personas, ocupando el primer lugar en la escala de prioridades y constituyen la más querida pertenencia. Guían todas las decisiones que tomamos y configuran la naturaleza misma de nuestro ser.
Los valores abren el corazón y transforman la naturaleza humana, de forma que la vida se llena de compasión y humildad.
Todos los días desde que despertamos, consciente o inconscientemente, estamos viviendo los valores, está en nosotros mismos conocerlos, aplicarlos o desecharlos. Se derivan de las experiencias personales y tienden a dar una dirección determinada a la vida. Estos son en realidad una necesaria conducta existencial, porque solamente el ser humano por su naturaleza, está capacitado para crear y modificar valores. Es esa la razón por la cual las personas libres, de manera consciente y voluntaria, desarrollan hábitos y actitudes positivas y, por ende, están facultadas para contribuir con el bien común, a través de hechos donde las personas actúan y se comprometan en la búsqueda de soluciones efectivas, replanteando el papel del ser humanos y su protagonismo, como instrumento para lograr la paz y la armonía social.
La sociedad a través de su existencia, ha establecido reglas básicas de convivencia inspirándose en valores que considera importantes hasta convertirlos en hábitos.
Cada cultura determina cuáles valores son dominantes, de acuerdo a los siguientes aspectos:
- La duración. El tiempo que se mantienen.
- La extensión. El número de personas que los practican y la penetración geográfica que logran alcanzar.
- La intensidad. Las acciones que se toman cuando los valores se quebrantan.
- El prestigio. Reconocimiento social de quienes lo practican.
Los valores practicados como buenos hábitos son una contribución útil para la vida y la formación ciudadana, en las cuales pueden interactuar los padres y las madres con sus hijos, así como el apoyo escolar, ya que la suma en la formación y aprendizaje de hábitos deseables, se completa el carácter de las personas y ello define en gran medida su destino.
La educación en valores está ligada a la educación de reglas sociales de convivencia como son: urbanidad, etiqueta y protocolo, que incluyen valores en su práctica, la cual dependerá de las costumbres en las diferentes culturas, razas y religiones.
Saber ser + Saber estar = Saber relacionarse
Las normas de urbanidad sirven para regular el comportamiento de las personas y así, garantizar una mejor convivencia en la sociedad. Por eso, es muy importante tenerlas muy en cuenta a la hora de actuar y relacionarse con otros, ya que aplicándolas se construyen vínculos duraderos y respetuosos, comunicar dignidad, decoro y elegancia a nuestras acciones y palabras, y para manifestar a los demás benevolencia, atención y respeto que les son debidos.
Los gestos de urbanidad hacen que la vida en sociedad sea agradable y no un auténtico caos.
Tanto en el ámbito social como empresarial, es importante saber comportarse y dejar la mejor imagen. La etiqueta es el conjunto de reglas y costumbres que nos permite desenvolvernos, adecuadamente, en los diferentes ambientes que se enfrentan cada día. La etiqueta es la base de las buenas relaciones sociales y profesionales: “donde hay buenas relaciones, hay armonía; donde hay armonía, hay bienestar; y donde hay bienestar, hay mayor productividad”.
Bibliografía utilizada:
Abarca, M., Ovares, O., & Vega, H. (2001). Fruto de la Perseverancia. San José.C.R.: Editorial Universidad de Costa Rica.
Naraine, G., & Strano, A. (1995). Valores para vivir: Una guía práctica. Asociación Espiritual Mundial Brahma Kumaris.