noviembre 23, 2024

Imagen con fines ilustrativos.

Por Lizbeth Murillo Rodríguez

Licenciada en Relaciones Públicas

 

Los valores son los tesoros de la vida que enriquecen a la los seres humanos, son amigos que hacen llegar la felicidad a través del autorrespeto y, la dignidad como guías generales de conducta. Determinan la manera como preferimos invertir el tiempo y energía. Estos influyen decisivamente en nuestra existencia autodefiniéndonos, como personas, ocupando el primer lugar en la escala de prioridades y constituyen la más querida pertenencia. Guían todas las decisiones que tomamos y configuran la naturaleza misma de nuestro ser.

Los valores abren el corazón y transforman la naturaleza humana, de forma que la vida se llena de compasión y humildad.

Todos los días desde que despertamos, consciente o inconscientemente, estamos viviendo los valores, está en nosotros mismos conocerlos, aplicarlos o desecharlos. Se derivan de las experiencias personales y tienden a dar una dirección determinada a la vida. Estos son en realidad una necesaria conducta existencial, porque solamente el ser humano por su naturaleza, está capacitado para crear y modificar valores. Es esa la razón por la cual las personas libres, de manera consciente y voluntaria, desarrollan hábitos y actitudes positivas y, por ende, están facultadas para contribuir con el bien común, a través de hechos donde las personas actúan y se comprometan en la búsqueda de soluciones efectivas, replanteando el papel del ser humanos y su protagonismo, como instrumento para lograr la paz y la armonía social.

La sociedad a través de su existencia, ha establecido reglas básicas de convivencia inspirándose en valores que considera importantes hasta convertirlos en hábitos.

Cada cultura determina cuáles valores son dominantes, de acuerdo a los siguientes aspectos:

  1. La duración. El tiempo que se mantienen.
  2. La extensión. El número de personas que los practican y la penetración geográfica que logran alcanzar.
  3. La intensidad. Las acciones que se toman cuando los valores se quebrantan.
  4. El prestigio. Reconocimiento social de quienes lo practican.

Los valores practicados como buenos hábitos son una contribución útil para la vida y la formación ciudadana, en las cuales pueden interactuar los padres y las madres con sus hijos, así como el apoyo escolar, ya que la suma en la formación y aprendizaje de hábitos deseables, se completa el carácter de las personas y ello define en gran medida su destino.

La educación en valores está ligada a la educación de reglas sociales de convivencia como son: urbanidad, etiqueta y protocolo, que incluyen valores en su práctica, la cual dependerá de las costumbres en las diferentes culturas, razas y religiones.

Saber ser + Saber estar = Saber relacionarse

Las normas de urbanidad sirven para regular el comportamiento de las personas y así, garantizar una mejor convivencia en la sociedad. Por eso, es muy importante tenerlas muy en cuenta a la hora de actuar y relacionarse con otros, ya que aplicándolas se construyen vínculos duraderos y respetuosos, comunicar dignidad, decoro y elegancia a nuestras acciones y palabras, y para manifestar a los demás benevolencia, atención y respeto que les son debidos.

Los gestos de urbanidad hacen que la vida en sociedad sea agradable y no un auténtico caos.

Tanto en el ámbito social como empresarial, es importante saber comportarse y dejar la mejor imagen. La etiqueta es el conjunto de reglas y costumbres que nos permite desenvolvernos, adecuadamente, en los diferentes ambientes que se enfrentan cada día. La etiqueta es la base de las buenas relaciones sociales y profesionales: “donde hay buenas relaciones, hay armonía; donde hay armonía, hay bienestar; y donde hay bienestar, hay mayor productividad”.

Bibliografía utilizada: 

Abarca, M., Ovares, O., & Vega, H. (2001). Fruto de la Perseverancia. San José.C.R.: Editorial Universidad de Costa Rica.

Naraine, G., & Strano, A. (1995). Valores para vivir: Una guía práctica. Asociación Espiritual Mundial Brahma Kumaris.

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