noviembre 21, 2024

San Antonio de Belén, el kilómetro 14

Por Marco “Tuli” Alfaro Villalobos

Escritor belemita

 

Éramos niños entre la edad de diez a trece años, con excepción de Mono Guillermo, que parecía doblarnos la edad. Una tarde nos citamos, junto al romboide K14 antes del puente entre el zanjón y el jocotillo de cerca, esa tarde acudimos: el Coci de los Méndez, dos de los Vargas, Guillermo el Mono y Martincillo. La reunión consistía en que teníamos que descifrar algunos de los misterios que ocurrían a lo largo de la curva del puente hasta los toriles en la estación.

Esa tarde, discutíamos esos planes:  guerra de piedra contra los hijos de la Mona, que a pesar de su humilde condición de cogedores de café, eran dignos adversarios  de lucha, o esperar la extra de las seis.

-¡Muy tarde! -el tren fantasma aparece antes o después de las 6 p.m.- exclamó Geovanny.

El más rudo de todos contestó: -Vamos a pelear con los hijos de la Mona, ahí están después del puente, en el cafeto-.

-¡Chicos no es hora para eso! Dije mirando mi reloj de bolsillo marca Martinelli, que venían en las  cajas del vino de mi abuela. -¡Haber echémoslo a votación  y rápido, escucho silbatos- 

Tres a dos. 

-Esperamos el tren, entonces todos al álamo-, dije con voz de mando. 

¡Seis treinta, es la extra, agachados! No vaya a ser que los brequeros nos echen al agua.

Y pasó la extra. 

-¡Salgan! ¡Mejor estuviéramos volando pedradas!- Dijo Mono.

¡No! ¡SE ACERCA OTRO, AL ÁLAMO, ES EL EXPRESO FANTASMA.- exclamé.

 Y nos zambullimos en aquel zanjón y grité:-¡nadie abra los ojos, no contesten al llamado del infierno, no chicos, no asomen  sus cabezas!- .

 Y entonces el estruendo que parecía venir de lo profundo del averno, hizo su parada frente al  kilómetro 14.

Una voz profunda y suavizada asomó su lámpara de brequero:-¡Martín, MARTÍN GERARDO  ha  llegado su hora,  sube, anda,  ven con tus ancestros,  aborda el tren del más allá!

Los compinches nos abrazamos fuertemente y… cagados. 

-Es hora de mi partida chicos, díganle a mis padres que estaré bien- 

-No Martín, no subas-, me decían los Vargas.

– No puedo negarme, muchachos soy el elegido-.

Martín abordó el tren fantasma en medio de la incertidumbre y el estruendo que ensordecía, el partió.

Cuentan las historias que jamás se volvió a saber nada de Martín y el tren fantasma, aunque se le ha buscado infinitas veces desde el K14 hasta los toriles de la vieja estación 5.

 

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