El primer tanque de La Asunción
Corría el año 1950. Don Pedro Segura González, vecino de La Asunción, a sus 21 años, se había casado con Mariángela Delgado Ramírez, conocida como Betty. Ante tan importante evento, su mamá le dio permiso de hacer su casita a la par del tanque, “en el bajo” y, con sus propias manos, él mismo construyó su hogar, con la ayuda de su padre, al lado del, ya en ese momento, antiguo tanque.
Don Pedro recuerda que el tanque abastecía a todas las casas de La Asunción, que en esa época eran aproximadamente treinta viviendas. Sin embargo, las condiciones eran muy insalubres, pues incluso, dentro del tanque deteriorado, había sapos.
Preocupado por su familia, don Pedro habló con los encargados municipales del momento, y logró que se arreglara el tanque. Este trabajo fue realizado por Pablo Carmona González, el principal constructor en esa época en Belén y Heredia.
El agua que abastecía el tanque venía desde San Juan de Santa Bárbara, hasta La Asunción; sin embargo, conforme fue creciendo la población, el tanque ya no daba abasto.
Mientras hubo esta escasez de agua, las vecinas iban al río Bermúdez a lavar la ropa, con el fin de aprovechar la fuente pura de este líquido.
Entonces, se construyó otro tanque más grande en la entrada a Cariari, con la capacidad de abastecer a toda La Asunción. En ese momento, le pidieron a don Pedro que rellenara el antiguo tanque con tierra. Su esposa aprovechó la ocasión para hacer un hermoso jardín en este.
No obstante, ante el continuo crecimiento de la población, nuevamente, tuvieron que habilitarlo por algún tiempo.
Más adelante, la empresa Scotch creó una serie de pozos, los cuales ayudaron al abastecimiento de agua en el sector y, entonces, los tanques quedaron en desuso.
Este contacto con la fuente de un líquido tan preciado y su experiencia de vida han hecho que don Pedro, a sus 92 años, externe la importancia de cuidar este recurso.
Él nos contó que hace aproximadamente 80 años, su profesor de la escuela los llevaba los jueves a nadar en río Virilla o en el Bermúdez, los cuales, en esa época, no tenían plásticos ni estaban contaminados, pero las nuevas generaciones no podrían hacer esto por el nivel de riesgo que implicar bañarse ahora ahí.
También reflexionó en cómo, durante muchos años, a pesar de tener Belén tantas fuentes de agua, los belemitas vieron afectada su salud por beber agua de pozo. Cuando estaba en la escuela, venían trenes para hacer exámenes y con medicinas por la cantidad de enfermos, les daban apazote para desparasitarlos.
Don Pedro también recuerda una época en la que se les daba prioridad a las empresas para usar el agua del cantón, mientras que la población sufría por la escasez de agua potable.
Finalmente, con la experiencia que dan los más de 90 años que tiene don Pedro de vivir en el cantón, invita a la población belemita a cuidar este bien tan preciado.