noviembre 24, 2024

La adicción: una enfermedad familiar tratable

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Imagen con fines ilustrativos.

Imagen con fines ilustrativos.

Priscilla Spano Caraz
Priscilla Spano Caraz

Priscilla Spano Caraz*

El fin de esta columna es complementar información no tradicional que contribuya al desarrollo del potencial humano y el arte de vivir con cambio. 

Desde muy niños todos aprendemos muchas cosas importantes en el hogar, la escuela, el colegio y la educación superior. 

Todo va bien, hasta que un día se presenta una crisis por algo o por alguien… y la gran inteligencia y conocimientos que se creían tener no se pueden aplicar.  Surgen la desesperanza, el enojo y la frustración.  Resaltan sentimientos con altos y bajos de abandono, ansiedad, depresión, estrés, insomnio y pensamientos obsesivos,  acompañados de comportamientos compulsivos con sentimientos de miedo, culpa y vergüenza. Se siente impotencia, perdiéndose gradualmente el control y la capacidad de escoger. Es como una ligera insanidad y vida ingobernable. 

Lo mencionado en este párrafo anterior son solo algunos aspectos de los ciclos del proceso gradual adictivo. Esto probablemente no lo hemos aprendido de niños, ni en la educación regular y es parte de la vida.

Lo que tampoco sabemos, es que de continuar estos ciclos, tolerables al principio, llegamos a enfermarnos hasta físicamente con colitis, gastritis, dolores de cuello, espalda, etcétera. 

Algunas personas responsabilizan a Dios y a “todo el mundo”, por el desbalance que llegan a vivir: “es que por mi trabajo, mi esposo(a), mi mamá, la falta de plata”. 

Esta es una reacción muy característica que se tiene ante los ciclos del proceso adictivo. Ahora ¿qué son y de dónde vienen? De nuevo volvamos al lenguaje simple. Cualquier ciclo de éstos pretende remover una realidad intolerable interna del alma y corazón. Son como una espiral y motor de una enfermedad que surge por una desarmonía en el centro del espíritu y negación de sentimientos naturales.   La que en un proceso gradual, se expande a la mente, emociones y al cuerpo. Algunos la llaman Adicción, otros la enfermedad de las Dependencias Excesivas o Apegos.  Alcoholismo, si presenta el síntoma del alcohol. Otros se confunden con sus síntomas y los analizan, o se centran en algunos de sus factores emocionales, sobre todo el de depresión y la medican con medicamentos adictivos ¡agravándose más la situación! 

El nombre no es tanto lo que importa, sino conocer el concepto multidimensional de esta enfermedad  para su prevención e interrupción; ya que este síndrome (conjunto de síntomas) es transgeneracional (hereditaria familiar) y representa uno de los obstáculos mayores para el desarrollo del potencial humano, si se le ignora. Es una enfermedad cuadrimensional, porque interrumpe progresivamente la salud espiritual, mental, emocional y física.  Así porque reúne las características para ser denominada como tal: es progresiva, presenta una serie de síntomas graduales predecibles, a lo que se le llama “prognosis”,  y puede ser diagnosticada.  La buena noticia es que progresa lentamente, no es aguda y conocerla en sus orígenes, factores de fondo, sus síntomas primarios,  secundarios y desórdenes relacionados, ayuda para su adecuado abordaje y recuperación. 

(*) La autora es Adictóloga

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