Coco Zumbado Delgado: Entre bombas, campanas, misas y pegas
Un homenaje póstumo dedicado a este personaje belemita
Luis Eduardo Sánchez Quesada
redaccion@periodicoelguacho.com
Es probable que si les digo que esta historia es sobre Augusto Ignacio Zumbado Delgado, prácticamente nadie lo conozca; sin embargo, si les digo que el personaje de esta edición es conocido como “Coco”, para muchos resultará más familiar.
“Coco” nació un 28 de mayo de 1931, belemita de toda la vida, hijo de Víctor Zumbado González y Elvira Delgado Calderón, de quien heredó la pasión por la política, ya que era «perico 100%», como él mismo decía.
Tenía 2 hermanos: Víctor «Choco» y Humberto «Beto».También tuvo 2 hermanas: María Isabel «Marito» y Teresa «Ita», quien amablemente colaboró para la realización de este reportaje.
Dentro de sus pasatiempos estaba disfrutar de alguna novela televisiva o una película vieja, ojalá de las mexicanas. Era un bailarín muy cotizado de “Paso Doble”, le encantaba escuchar música, por lo que no le podía faltar su compañero fiel, un pequeño radio con un logo del equipo de sus amores, la Liga Deportiva Alajuelense, que lo acompañaba a todo lado donde andaba.
Cuando la Liga jugaba, no se podía perder ningún partido. Para que su equipo ganara, tenía la tradición de hacer nudos con un pañuelo o cuanta cosa se encontrara, como amuleto para proteger el marco liguista y que no le metieran ningún gol.Si la Liga la estaba viendo fea, la gente le decía «Coco» soque el nudo y él lo reforzaba para que el partido mejorara.
Era una persona muy creyente, devoto de la Sangre de Cristo y de María Santísima. Esa gran fe lo llevaba a colaborar en muchas actividades religiosas: procesiones, sobre todo recordado en la del Viernes Santo sonando su “matraca”; también colaboraba en la Comisión del Santo Monumento; fue guarda voluntario del Templo Parroquial; propulsor de la misa de las Madres el 15 de agosto en el cementerio y de la misa de los difuntos, entre otras.
Los más pequeños lo recodarán como el «señor de los confites», ya que cuando iba a misa siempre le obsequiaba algún dulce a los niños y niñas que asistían a la eucaristía.
Tenía un singular estilo para tocar las campanas de la iglesia y “doblar” cuando algún belemita fallecía. En las tradicionales dianas, siempre andaba «Coco» reventando bombas sobre todo, cuando estas eran en honor al Santo Patrono San Antonio. Hay quienes decían que: «Sin Coco no estaba completa la diana».
Además, era un reconocido “sobador”, de esos quita “pegas”, su fama era tal, que hasta gente ajena al cantón lo venía a buscar con tal de aliviar el malestar estomacal.
Trabajó muchos años en el periódico La República, fue uno de los empleados de confianza. También colaboró como masajista de varios equipos de fútbol del cantón, y durante mucho tiempo, le salvó la tanda a algunos belemitas, ya que les hacía más de un mandado.
“Coco” nunca se casó, pero sí tuvo uno que otro amorío según nos contaron. No tuvo ni hijas ni hijos, pero encontró en sus familiares y amigos más cercanos, todo el cariño, apoyo comprensión y amor que necesitaba. Recibió colaboración y cuidados de muchas personas, que desinteresadamente le ayudaron para mejorar la calidad de vida de este personaje.No se mencionan por temor a dejar a alguien por fuera.
Le tocó enfrentar varios padecimientos médicos que afectaron su salud y estos, poco a poco, le fueron ganando la batalla hasta que un 12 de agosto de 2018 , falleció a sus 87 años, luego de haber compartido todo el día con su familia más cercana en una celebración. Literalmente, se puede decir que su último día, fue una fiesta.
Tirar bombas, quitar pegas, colaborar en las actividades religiosas, parecieran ser labores sencillas, pero sin duda alguna, siempre se recordará el estilo peculiar que tenía «Coco» para realizarlas.