Picando leña: Sobrevivir en el reino de los autos
Ronald Diaz Vargas
Venía del trabajo cuando cerca de mi casa observé una pequeña aglomeración. Un carro atravesado y debajo de él un cuerpo. El número de curiosos comenzaba a crecer y a lo lejos ya se escuchaba la sirena de una ambulancia.
En el sitio los bomberos comenzaban a realizar las primeras maniobras de rescate. El cuerpo que vi en primera instancia, y que me hizo pensar lo peor, no era el de la víctima. Era el de un hombre que asistía a un niño, quien yacía inmóvil debajo del vehículo.
A poca distancia, una pequeña bicicleta sobre el asfalto completaban el cuadro de lo recién sucedido. Comenzaba la noche y pensé en el riesgo enorme de transitar por las congestionadas calles de Belén, en hora pico, con poca luz, y en un frágil vehículo como aquella bicicleta sin luces.
A los pocos minutos los miembros de la Cruz Roja se llevaron al niño y a la hora de escribir estas líneas desconozco el desenlace de la historia.
El accidente me hizo reflexionar sobre el papel que ocupamos los peatones en un mundo dominado por autos.
El crecimiento de la flotilla vehicular en Costa Rica es acelerado. En la actualidad los ticos tenemos más autos que bebés, y con una infraestructura estancada en el tiempo nos hallamos al borde el colapso.
Los belemitas experimentamos el fenómeno en carne propia. Las vías de ingreso y salida del cantón son ruta de paso para miles de vehículos que se dirigen a otros destinos.
Esa cantidad de autos, sumada a nuestra propia flotilla vehicular, ha relegado a los ciudadanos de a pie y a quienes optan por la bicicleta como medio de transporte.
A pesar de que contamos con aceras y algunos semáforos, son muchos los puntos en donde el transeúnte debe jugarse la vida para cruzar la calle. Las bicicletas ni siquiera son una opción, pues no hay lugar seguro por donde transitar.
Los autos están primero. Las vías les pertenecen y predomina la señalización vial para vehículos, antes que para las personas, tal es la ausencia de cruces bien demarcados y en puntos de gran movilización como, por citar un ejemplo, el ingreso a centros comerciales. De puentes peatonales mejor ni hablemos.
Como dato irónico, es en este cantón en donde se celebra cada año una feria para seguir llenando de autos las agotadas calles de nuestro país. Durante esos días largas filas de vehículos saturan aún más las ya congestionadas vías belemitas como un presagio de lo que está por venir.
En algún momento de la historia las personas pasamos a un segundo plano, y los automotores ocuparon nuestro lugar en el proceso de desarrollo no planificado de nuestros pueblos y ciudades.
Seguimos creciendo a merced de los autos. Entre tanto, los ciudadanos, que no lo somos tanto cuando optamos por transportarnos con nuestros pies, o en bicicleta, deberemos aprender a lidiar con ellos.
Y sobrevivir en el intento.