“Quiero una comunidad más inclusiva y que respete la diversidad”
- Marcela Ramírez Morera, es trabajadora social, profesora universitaria y estudiante de doctorado.
Marcela Ramírez Morera es una belemita que desea forjar una comunidad más inclusiva y respetuosa en todos los ámbitos de la diversidad. Su lucha la hace desde su perspectiva de género y de persona con una condición de discapacidad.
Su arma para lograr ese objetivo es la concientización de las diferentes realidades con que viven los hombres y mujeres con alguna condición de discapacidad, sabe que su tarea es enorme, ya que implica cambiar paradigmas arraigados durante décadas.
Esta belemita es un testimonio vivo que las cosas pueden cambiar, su condición no fue impedimento para estudiar y desenvolverse plenamente como persona.
A sus 39 años ya suma varios títulos universitarios, es trabajadora social y licenciada en docencia universitaria, cuenta con una maestría en estudios de discapacidad y otra en género y violencia intrafamiliar, todos obtenido en la Universidad de Costa Rica (UCR).
Aseguró que optó por la academia por ser el camino ideal para su inclusión y visualización en esta sociedad.
”Desde mi infancia mi familia siempre me ha visualizado como una persona más, sin hacer diferencia entre una persona con discapacidad o no, yo creo que eso lo aprendí desde que estaba chiquitilla”, relató.
Marcela se sabe y conoce como mujer empoderada de sus derechos y deberes, por demás se niega a verse a sí misma como un ejemplo a seguir.
“Me veo como una persona más en la localidad, que quiere que su comunidad sea diferente. Soy alguien de la comunidad que quiere hacer algo por el cantón”, insistió.
Y agregó, “espero que algún día que nuestra comunidad sea totalmente inclusiva y que respeta la diversidad, entiéndase que diversidad no es sólo personas con condiciones de discapacidad sino que abarca una amplia variedad de agrupaciones como lesbicas, homosexuales, migrantes y diferentes grupos minoritarios”.
Para Marcela el trabajo pendiente es mucho, “faltan políticas sociales que visualicen las múltiples discriminaciones que vivimos las mujeres con discapacidad, la cantidad de violencia que se vive, la represión en cuanto a derechos sexuales y reproductivos, en autonomía y la violencia generalizada en un entorno familiar”, afirmó.
Su historia
Nacida del matrimonio de Victoriano Ramírez y Margarita Morera, ella es parte de una familia de 7 hermanos y hermanas; 5 mujeres y 2 hombres. Su padre es agricultor y maestro de obras. Su madre se dedica a trabajar en la casa.
Nuestra protagonista relató que su infancia fue como la de toda chiquilla, cursó sus estudios en los centros educativos públicos del cantón, como cualquier otra belemita
Asistió al kinder de la escuela Fidel Chaves Murillo de La Ribera, en ese centro de enseñanza realizó su primaria, para esto contaba con la ayuda de un asistente personal, y en ocasiones sus hermanos y hermanas le tendían una mano.
Posteriormente ingresó al Liceo de Belén, cuando su sede se encontraba junto a la Escuela España en San Antonio, fue en este instante cuando Marcela encontró una piedra en el camino.
“Cuando quería ingresar (al Liceo) el director dijo que no podría ir porque el colegio no era especial para gente como yo, ahí comienza una lucha con la gente del cole, yo tenía derecho de ingresar al colegio. Después de esta lucha, el director dijo que me ponía a prueba por tres meses y si le iba bien me quedaba y sino me tenía que ir, al final se dieron cuenta que podía seguir y así saqué quinto”, recordó.
Luego de su paso por la secudaria, Marcela realizó estudios generales en la Universidad Estatal a Distancia para posteriormente dar el salto a su alma máter, la UCR.
Relató que para entonces se debatió entre estudiar psicología o filosofía, pero se decantó por trabajo social. ¿Por qué esta profesión?, “porque creía en lo que la carrera podía lograr desde la posición ética y política del trabajo social, además de la necesidad de lograr facilitar procesos de transformación y cambio en la gente a partir de su propia realidad”, respondió.
En la academia se involucró con investigaciones vinculadas a discapacidad, lo que inclinó la balanza para cursar una maestría en este tema, a partir de entonces Ramírez se ha esforzado en concientizar a la sociedad y a nuestro cantón de las realidades de este y otros grupos.
Su lucha
Lamentó que las mujeres con condición de discapacidad tengan muchos más problemas que los hombres, esto se debe, según ella, a una sociedad patriarcal y misógina.
Dijo que uno de los mayores problemas de la actualidad es que se relega a las personas a quedarse toda la vida en el hogar, en el caso de las mujeres se les “sentencia” a permanecer en casa para ayudarle a la mamá, “eso necesariamente no tiene que ser así”, declaró.
Gracias a su posición como profesora en la UNA, desarrolló con sus estudiantes un equipo para tratar diversos temas de discapacidad y género en nuestra comunidad.
Esa labor la llevan a cabo 11 universitarios, el trabajo de concientización se hace en las escuelas belemitas y en las Asociaciones de Desarrollo de La Asunción y La Ribera, entre otros lados.
Colabora en el programa Cantones Amigos de la Infancia y en la Red de Inclusión Local, instancias coordinadas por el Área Social de la Muni.
Confesó que en Belén han visualizado a gran cantidad de personas que, debido a su condición, viven encerradas en sus casas.
Según indicó, hay una necesidad de propiciar el desarrollo de una vida independiente para esta población, tema que necesariamente se debe abordar con las mamás y papás de estos chicos y chicas.
“Las madres deben visualizarse como autónomas e independientes, no podemos trabajar este asunto con sus hijos si los padres no se concientizan respecto a su autonomía”, indicó.
Aunado a lo anterior, otra situación detectada en nuestra comunidad es la sobreprotección a los que son sometidos hombres y mujeres con discapacidad.
Marcela señaló que la sobreprotección es una manifestación más de violencia intrafamiliar, “hay una línea muy delgada entre el “te quiero tanto” y el “te quiero sobreproteger”, es un asunto difícil de entender”, reconoció.
“Hay mamás que desean que su hija o hijo mueran antes de ellos, para que ellas (las madres) puedan morir en paz”, lamentó.
Discapacidad y sexo
Esta profesora universitaria reconoció que entre la población con condición de discapacidad hay todo un tabú relacionado a la sexualidad.
“A la gente no se le ocurre que hay chicos gays con discapacidad o chicas lésbicas con discapacidad, claro que las hay. Imagínese que socialmente hay un estereotipo que las personas con discapacidad somos gente asexuada, ese estereotipo es muy fuerte. También se cree que somos ángeles y que casi tenemos alas y que vamos directo al cielo, eso es mentira”, dijo.
Para Marcela es fundamental combatir el miedo que generan este tipo de situaciones.
“Primero se ve la discapacidad y luego la persona, eso debe cambiar. La sociedad nos ha enseñado que la diferencia es algo feo, es algo malo. Se requiere compartir con la gente, si comparte usted cambia la perspectiva”, explicó.
Feliz belemita
Esta trabajadora social dijo sentirse orgullosa de ser vecina de Belén y relató que sus estudiantes admiten que en nuestro cantón hay cierto ego belemita.
En sus pocos ratos libres Marcela se dedica a leer sobre temas relacionados a sus estudios de doctorado.
Ella se considera una persona feliz, que pasa todos los días muy ocupada, su jornada diaria empieza a las 7 de la mañana y concluye a eso de las 9 de la noche.