Liberación Nacional y la elección del 1ero de Mayo
Frente a los resultados electorales de febrero 2024 surge la tentación de explayarse en múltiples consideraciones políticas; no obstante, dada la elección del directorio del Concejo Municipal el próximo 1° de mayo, conviene centrarnos en ese tema.
Veamos algunos datos de interés. La integración del concejo, según la última elección, quedó de la siguiente manera: Unión Belemita (UB) 2 regidurías, PUSC 2 y Liberación Nacional 1. Y en las elecciones de 2016 y 2020, el PUSC obtuvo dos regidurías, UB pasó de una a dos regidurías mientras que Liberación inició el descenso al obtener, en las tres contiendas, un solo puesto después de ser un partido dominante en Belén. Una revisión numérica puntual de las mismas dice que este partido viene experimentando una disminución notable del voto: 1903 votos (2016), 1732 (2020) y 1067 (2024). Así entonces, en la última elección llegó apenas al subcociente.
Las razones de este lamentable desempeño pueden encontrarse, en parte, en la grave crisis política que vive Liberación en el contexto nacional. El abandono de sus tesis históricas, el alineamiento neoliberal, las acusaciones de corrupción, la ausencia de liderazgos renovados y los fracasos electorales en las elecciones nacionales han impactado la organización y dinámica local; sin embargo, también es cierto que el desempeño de su dirigencia y representación local han abonado en esta dirección. Ya desde 2016, Liberación se plegó al PUSC en las elecciones del directorio, apoyando su candidato o recibiendo como premio la presidencia del Concejo. Y en ese recambio nunca se ha notado, desde entonces, ninguna diferencia como para decir que Liberación se propuso imponer su propio sello a la Presidencia del Concejo. En el fondo de tal actuación, siempre prevaleció la agenda del PUSC impuesta desde la Alcaldía.
En comentarios que hiciéramos, en El Guacho, en 2016, decíamos que Liberación “se entrega programáticamente a ese partido (PUSC), pues obedece las formas y planes provenientes de la alcaldía. (Y que), con tal determinación corre un grave riesgo político.” Tal riesgo se confirmó en los resultados electorales del 2020. Por esa razón, ese año, afirmábamos, que “a Liberación Nacional le corresponde renovar sus autoridades locales y asumir una agenda municipal autónoma para enrumbar un partido perdido en las marismas del cortoplacismo.” Sin embargo, la entrega incondicional al PUSC que la dirección y representación municipal de Liberación protagonizaron, en el período 2020-2024, hizo de nuevo posible un resultado electoral deplorable.
La interrogante de oficio es si, de nuevo, Liberación Nacional se entregará a las redes de dicho partido o participará en un viraje de dirección, en este caso, con Unión Belemita, en la presidencia del Consejo Municipal que establezca un nuevo balance de las fuerzas políticas en el municipio y, por ende, contribuya a superar las irregularidades y el estancamiento municipal a que nos tiene acostumbrado el PUSC por más de dos décadas.
Si el PUSC, ya con el control asegurado de la administración, logra también manejar, con el apoyo de Liberación, el Concejo municipal seguiremos por la misma senda de los últimos años: ineficiencia, falta de claridad estratégica, clientelismo, conatos de corrupción y con ello, más años perdidos a la espera de la ansiada recuperación institucional y comunitaria. Es una oportunidad que tiene dicho partido y sus nuevos cuadros para dar un golpe de timón y, por supuesto, de éste depende también un desempeño que les augure el levantamiento del lugar en que están postrados. Además, no conviene engañarse, hay sectores liberacionistas francamente opuestos a tales posiciones y tampoco se puede asumir que el capital político liberacionista volverá a crecer por obra y gracia divina. Por tanto, de mantener la colaboración gratuita con el PUSC, es posible que, dentro de cuatro años, no les alcance ni siquiera para una regiduría por subcociente porque esa es la tendencia que ha venido marcando de manera inexorable la historia electoral local.