‘’La niña Cristina, una belemita dedica a la fé y a su comunidad’’
La niña Cristina junto a una de sus mascota.
- Servidora junto al padre Chanito y doña Berta Alvarado.
- Con 92 años, Cristina guarda gran cantidad de hermosas anécdotas.
Por Luis Zárate Alvarado.
Colaboró Ángel Zamora y Carlos Alfaro Montes de Oca.
A Maria Cristina Alfaro Bolaños generaciones de belemitas la conocieron como la “Niña Cristina”, aquella noble mujer que reservó su vida a su fe, que enseñó a generaciones de generaciones catecismo y que junto al Padre Feliciano Álvarez, “Padre Chanito”, construyó el Belén que hoy conocemos.
La Niña Cristina pertenece a aquel Belén de calles de tierra y lastre, de carretas y bueyes, de potreros y cafetales y de ferviente catolicismo, ella nació el 22 de marzo de 1924, sobre sus hombros suma 92 años de vida.
Hija de Fidelina Bolaños y de Genaro Alfaro, hermana de Ángel, Héctor, Claudio, Román y Tulio, por demás tía o tía-abuela de alrededor de 100 sobrinos/ nietos.
La Niña Cristina hoy poco puede hablar, pasa sus días en reposo en su casa frente a la fábrica de concentrados Aguilar y Solís, esto debido a que hace tan solo tres meses sufrió una isquemia cerebral debido a una falla cerebro-vascular.
En boca de sus sobrinos Ángel Zamora y Carlos Alfaro Montes de Oca recordaremos a aquella mujer que dedicó más de 30 años de vida al servicio de nuestra comunidad.
Al lado del Padre Chanito
Unos de los recuerdos más vivos que los familiares de la señorita Cristina tienen es la de verla siempre al lado del Padre Feliciano Álvarez, recordado como el ‘’Padre Chanito’’, y es que durante más de 30 años el trabajo de Cristina fue estar junto al sacerdote en la casa parroquial, ella empezó esas labores cuando tenia 15 años, en aquel entonces al lado de su madre.
Ella, junto con Berta Alvarado (QdDg), fueron las señoritas que por décadas se encargaron de darle servicio a los sacerdotes de nuestra comunidad y en Santa Ana, donde trabajaron durante 19 años, siempre con el Padre Chanito.
Recuerdan los parroquianos más viejos de esta comunidad, que el Padre Chanito brindó servicios en Belén entre 1940 y 1960, fue quien impulsó la construcción de la iglesia católica en San Antonio, tal como la conocemos hoy.
El cura Chanito en aquellos años, según cuentan, levantó pasiones y odios por igual entre los feligreses belemitas. También recordado por armar y entrenar equipos de fútbol.
La cercanía entre el Padre Chanito, Cristina y Berta se palpa en algunas fotos que la familia Alfaro atesora en su baúl de recuerdos, en las cuales se puede ver al cura posando en medio de las obras del templo católico de San Antonio.
Esa cercanía de Cristina con la parroquia la llevó a convertirse en maestra de religión y de catecismo, es por eso que toda una generación de belemitas la recuerdan como la señora que les enseñó a rezar y es que ni siquiera ahora, estando en cama, suelta el Sagrado Rosario.
Fue tanta la vocación de servicio de la señorita Cristina que nunca se casó, al igual que su compañera de labores Berta Alvarado, conservando su paso por este mundo al servicio de sus semejantes, muestra de esto fueron los 30 años que colaboró desde la organización Cáritas de San Antonio.
Anécdotas
Angel Zamora recordó el carácter de su tía; la calificó tranquila, paciente, inteligente y calmada. Carlos Alfaro tan solo acató de calificarla como una “super tia”.
Mientras los recuerdo de doña Cristina fluyen, saltan a la memoria algunas anécdotas por parte de su sobrino, tal como lo relató Carlos, “recuerdo que me regaló un misario porque de carajillo yo quería ser padre, no lo fui, aún tengo ese regalo de la tía, ella tenía la ilusión que yo fuera sacerdote, incluso mi tía junto con mi abuela me hicieron una sotana de la orden dominico, de chiquillo yo la andaba, resulta que a los 2 años ya no me quedaba y me hicieron un añadido de otro color y así la anduve mucho tiempo”, recordó.
Otras de las memorias de los sobrinos es la que nos contó Ángel, “una vez fue Cristina a México y se trajo unos moldes de los gorros del Chapulín Colorado, y entonces empezó a coser y nos hizo a todos unos gorros rojos con antenas de resortes y los sobrinos-nietos andábamos jugando con esos gorros por todo el patio de su casa, o las espinacas que siempre le preparaba los domingos en la tarde cuando iba de niño a visitarla».
A lo largo de su vida la Niña Cristina desarrolló varias habilidades, fue pintora, hacia bordados, cosía, entre otras. Nunca paró de aprender, a lo largo de su vida realizó cursos de todo tipo, de cocina, teatro, manualidades y otro montón de cosas más.
Años dorados
Luego de décadas de trabajo, la Niña Cristina se retiró a descansar y durante muchos meses y años fue una popular visitante de la Casa del Adulto Mayor, donde no se cansaba de rezar o de hacer manualidades.
Desafortunadamente el Miércoles Santo de este años sufrió una isquemia cerebral, esto a pesar de los controles que se efectuaba para mantener la presión en estados normales.
Era tanto el amor que le tenían a Cristina que el día que su sobrino llegó a recoger algunas cosas que había dejado en la Casa del Adulto Mayor, muchos de sus amigos y amigas de bingos y manualidades, rompieron en llanto al saber lo que le había sucedido a aquella atenta señora.
Ahora la Niña Cristina reposa en su casa al cuidado de sus familiares, sobre la baranda de su cama hay un rosario y en el ropero al lado de su cama una figura del Arcángel Miguel, su vigilante de día y de noche.