Fray Erick: Un ejemplo de espiritualidad, paz y consecuencia
Ulises Araya Chaves
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Rodeado de bosque, con amplios jardines de cultivos orgánicos y algunos animales de pastoreo se encuentra el convento de los frailes franciscanos en La Asunción de Belén. En este lugar fuimos recibidos por Erick Marín Carballo, mejor conocido por los belemitas como ‘’Fray Erick’’, quien amablemente nos dedicó un ratito de su agenda para conversar sobre diversos temas relacionados con su trayectoria, la espiritualidad y sus impresiones de esta comunidad que le abrió las puertas hace ya más de ocho años, este es un breve fragmento de lo conversado.
Nacido en 1977 y oriundo de San Isidro de Alajuela, Fray Erick nos relató que desde muy joven empezó a tener interés en los grupos religiosos de la comunidad donde vivía, ‘’tenía cercanía a los grupos de iglesia y catequesis, me decían ‘’¡ay! que bonito, va ser padre’’ y no me gustaba que me dijeran eso, yo solamente quería participar’’, contó Erick.
Sin embargo, todo cambiaría a partir de un día en que se topó un afiche de los franciscanos en el colegio en que estudiaba; ‘’yo llamé para pedir información sobre San Francisco, pero terminaron invitándome al convento y yo viniendo cada quince días, y así fue durante tres años, hasta que terminé uniéndome a la orden’’ rememoró Erick.
Influencia
Fray Erick destacó tres personas cuyas historias de vida le han influido: el santo Francisco de Asís, el mártir salvadoreño Monseñor Romero y el teólogo brasileño Leonardo Boff, sobre ellos nos dijo, ‘’conforme fui conociendo de San Francisco corroboré que no era solo el santo que hablaba con los pajaritos, sino esa persona sensible ante el dolor, cercano, que también soñó con reconstruir la iglesia, con que la iglesia de aquella época pudiera acercarse más al evangelio, por eso para mí la figura de Francisco es determinante”.
“Ya cuando voy a vivir a El Salvador, entré en contacto con la figura de Monseñor Romero, ahí se amplió mi visión, porque en Monseñor Romero es más evidente todo el tema de la injusticia, los Derechos Humanos, y el de una iglesia que acompañe a los pobres. Digamos que Monseñor Romero, Francisco y a nivel de teólogos, alguien que me ha marcado mucho es Leonardo Boff, me parece que no solo su producción literaria, sino su vida y su compromiso para mí es un gran ejemplo’’, detalló.
Precisamente hablando de ejemplo, Fray Erick se destaca enormemente por su consecuencia, entre la palabra y la práctica. Así nos lo cuenta cuando le preguntamos por su faceta de activista social, ya sea en otros países o en Costa Rica, como cuando marchó contra la minería a cielo abierto en Crucitas.
“Esto para mí es lo que le da sentido a mi vocación, yo no concibo una vocación religiosa o espiritual en las cuatro paredes de una iglesia, sino más bien la concibo en la comunidad y con el contexto inmediato del país o de la región’’, aseveró.
El buen vivir
El buen vivir es todo un concepto que se maneja en distintos ámbitos, está ligado al deseo del ser humano de alcanzar una vida de paz y felicidad.
Fray Erick destacó que para él, tiene que ver con un rechazo al individualismo y un mayor apego al colectivo, nos dice, ‘“para mí el buen vivir tiene que verse no como un asunto individual, yo no puedo estar bien si las personas que están a mi alrededor no están bien. Yo lo veo como algo comunitario, lo veo también como esa capacidad de construir a través de las diferencias”.
“Los seres humanos somos muy diferentes, tenemos gustos, afinidades, cualidades muy diversas y creo que debemos aprender a trabajar juntos sin dejar de ser diferentes”, insistió.
Además relató: “el buen vivir yo lo asocio con esas convicciones profundas que son las que a uno lo apasionan, para algunos será el deporte, para otros la cultura, para otros el ambiente. Creo que el buen vivir también está conectado a cosas sencillas, como tener una bonita conversación con alguien, recibir un abrazo, reírse de las locuras de uno mismo, de sus propios errores y sentir que la vida o el aporte de uno, puede contribuir para la vida de otro’’.
Sobre Belén
Consultamos a Fray Erick sobre el pueblo al que llegó hace 8 años. Siempre apegado a su estilo, Fray Erick comentó que por un lado el aprecio que los belemitas les demuestras a los franciscanos, así como la lucha por conservar las raíces, es de lo más destacable que tiene el cantón.
“Tiene particularidades que son interesantes, me parece que hay un sentido de comunidad, de solidaridad. Yo no sé si será así con todo el mundo (se ríe), pero con nosotros los franciscanos al menos puedo decir con claridad, que nos sentimos muy apoyados por la comunidad”, confesó.
Sobre lo que se puede mejorar, Fray Erick coincide con una buena parte de los belemitas, -especialmente los jóvenes-, quienes se quejan de que la visión de “desarrollo” y ‘“progreso” que se impone sobre el cantón, cada vez deja menos espacios para la recreación y el esparcimiento.
“Me gustaría que este cantón tuviera más posibilidades de contacto con la tierra, con el ambiente, más espacios verdes. Es un cantón muy bonito pero de repente hay mucho cemento y poco contacto con la naturaleza. Nosotros acá estamos en un lugar muy bonito (se refiere al convento de los franciscanos), pero que triste que sea un caso excepcional”, aclaró.
“No es que podamos volver a la época cafetalera, pero sí creo que todavía se podrían recuperar muchos otros espacios”, mencionó Erick.