El Secreto escondido de Belén: Puente Mulas
Nicole León
Como duendes los podía observar entre las ramas, se camuflaban en las piedras con los destellos del agua. Estamos en otra época, los niños cargan varas para chapear el zacate que bloquea sus pies. Todo pasa como si el tiempo se hubiera ralentizado; se siente la alegría brotar por los poros de aquellos que respiran naturaleza.
En medio de todo el trajín del domingo, en Puente Mulas se comparte de manera utópica. Cada integrante trajo comida para compartir a las orillas del río y a unos cuantos metros, los niños están salpicando recuerdos a base de agua.
La cascada brota cristalina. Dentro de ella se proyecta una visión que crea una realidad alterna al que observa, parece una ilusión óptica con las vibraciones que produce el agua al caer, dejando entrever personas riendo y conviviendo sentadas en rocas. Uno o dos celulares emergen a la superficie; sin embargo, impera la comunicación frente a frente con recuerdos de niñez de los mayores, quienes cuentan como escapaban del colegio para bañarse en Puente Mulas.
Nos rodean plantas por doquier mientras el sol seca nuestras ropas, los organizadores aún no pueden creer se haya formado un grupo de veinte personas. A pesar de que el evento era a nivel nacional y fue cancelado un día antes, Belén siguió en pie a toda costa. A nosotros no nos acechaba el peligro de una cabeza de agua por las lluvias. Abandonamos la represa con los ojos enchilados de cansancio, como cuando éramos niños, pero con el alma renovada por el agua del río.