Carta abierta a la familia Ulibarri
Xinia Zumbado Zumbado*
Aún recuerdo cuando llegaron a vivir a la calle Zumbado. Cuando construyeron la casa que para nosotros era la casota grande y moderna, casi extraña. La casa a la que habían venido a vivir algunas chicas rubias y un chico. Una señora amable y guapa y su esposo, el terrateniente, para nosotros. El que dio trabajo a mi papá de guarda por las noches. El que montó otras empresas trayendo bienestar y trabajo.
Antes, la calle Zumbado, había sido la callecilla, la de tierra, la que nos vio crecer, la que nos llevaba a la quebrada, al río, a las cuevas, al final de nuestro mundo. Desde que vivimos allí, la calle ha sido cómplice de todas nuestras aventuras de niños, de todos los primos Zumbado, o al menos de los que éramos libres de ir y venir, sin peligros amenazadores.
Poco a poco se fue poblando de foráneos y no tan foráneos. La calle se extendió, se modernizó, se llenó de casas, de gente que fue acogida por esta calle que mira a las montañas, la calle que sigue siendo mágica. La que nos transmite tranquilidad y paz, la que nos liga a ese pasado campesino y la que nos brinda ahora una calidad de vida que ha ido decreciendo por la cantidad de personas que ahora la habitan, por la cantidad de tránsito que ahora tenemos y por la cantidad de construcciones que han proliferado. Sin embargo, la calle sigue siendo noble, sigue transmitiendo paz, sigue en ella el espíritu de aquellos hombres y mujeres que la forjaron, que le dieron vida.
Señores y señoras Ulibarri; ustedes han formado parte de esta historia. Ustedes están en nuestro pasado, no en el más lejano, pero lo suficientemente enraizado. Ustedes forman parte de la historia que se ha escrito en esta calle.
Los Ulibarri. Los económicamente acomodados. Los que trajeron progreso a nuestro cantón. Los que se han solidarizado con el pueblo y la gente en múltiples ocasiones. Los que han aportado a la escuela, a diferentes organizaciones, al campo laboral, a la infraestructura…a los que hemos visto multiplicarse con nietos y bisnietos. Los hemos visto recorrer la calle año tras año, creciendo con ella, al lado de ella.
Señores Ulibarri. Para nosotros nuestra calle es todo. Muchos de nosotros tenemos un único pedacito de tierra en este remanso de recuerdos. No hemos tenido la suerte o la oportunidad o el empeño quizá, de tener una empresa tan rentable como ustedes. Mucho menos tener propiedades a lo largo del distrito, del cantón, de la provincia, del país, y más allá. Solo tenemos esto, y lo queremos conservar tal y como es. Queremos que nuestros antepasados que se esforzaron por dejarnos este pedacito de tierra, descansen en paz sabiendo que lo hemos sabido conservar.
Es por eso, que, de la forma más vehemente, les pedimos hoy que se pongan en nuestros zapatos. Sé que para muchos es risible pedirle a alguien que vive de los negocios, de sus consorcios, que mire hacia abajo, que se detenga a pensar en los demás y que le importen los sentimientos de unos pobres diablos que habitan una calle y nada más. Somos más que eso, pero así se deja ver.
Señores Ulibarri. Una vez los acogimos como nuestros vecinos, como nuestros pobladores, como nuestros patrones, como nuestros contemporáneos. Sé que el dinero cuenta, el desarrollo, el futuro. Pero sé que también, la paz, la tranquilidad, la bondad, el agradecimiento, las amistad, la solidaridad pueden calar y permitir renunciar a algo para impedir que nuestra calle, la de ustedes también, se convierta en un espacio gris donde la modernidad y la monstruosidad del tránsito, de la cantidad de personas, de la disminución de recursos naturales, vengan a dar en el traste con esa paz social que otras comunidades envidian.
Sería un gran detalle si nos escuchara. Y parafraseando a alguien por ahí: Arrasamos los caminos, los caminos verdaderos, e implementamos calles anónimas de cemento.
No es lo que queremos. No es lo que querría ningún niño o niña que gusta disfrutar de los espacios verdes, del aire limpio, de los espacios silenciosos, y que bien podrían ser los de su familia.
*Vecina de Calle Zumbado.
Excelente carta, es importante más allá de las ganancias excesivas. Poder cuidar los recursos naturales de nuestro entorno, ya q el dinero viene de muchos lugares, pero estos espacios no se pueden recuperar