Tras de cuernos, palos: un reclamo por el arte y los artistas belemitas
German D. Alvarado.
Belén durante su historia reciente se ha caracterizado por ser un semillero de artistas. Si uno se da una vuelta por los 12 kilómetros cuadrados del cantón puede encontrar a mucha gente con proyectos interesantes y sobre todo con mucho entusiasmo. Las condiciones que enfrentan, sin embargo, no son fáciles, esto por 3 razones principales:
- La mercantilización y privatización de la cultura y el espacio cultural sumando al posicionamiento de la cultura dominante de masas, ha cerrado los espacios a toda aquella manifestación alternativa.
- Los espacios públicos existentes se vuelven cada vez más inaccesibles para la población del cantón debido a una serie de regulaciones y requerimientos burocráticos diseñados para controlarlos y estilizarlos en función de los intereses de mercado.
- Los escasos espacios públicos disponibles tienen condiciones casi nulas para el desenvolvimiento efectivo de diversas manifestaciones artísticas, mientras que las autoridades municipales han manifestado abiertamente el desinterés por mejorarlos. Este desinterés de no abrir más y mejores espacios, obedece a esta misma lógica de orientar todo al mercado, y no darle posibilidad a aquello que se posicione como alternativo.
Sin embargo, “tras de cuernos, palos”; existe una razón más: aquella que tiene que ver con el apoyo económico. El arte es un trabajo; requiere tiempo, esfuerzo, entrega y dedicación. Las personas para hacerlo invierten horas y suelen sacrificar otras actividades de su vida cotidiana. No obstante, existen muchos sectores que todavía no entienden eso, entre ellos la municipalidad y las asociaciones de desarrollo. Para estos, los grupos artísticos y la apertura de espacios a artistas locales – cuando lo hacen- es un favor para “entretener”, “sensibilizar” y darles “oportunidades para mostrarse”, profesionalizar no, porque es evidente no se han hecho inversiones en ese sentido.
Lo anterior, no deja de ser importante, pero como es concebido como un favor, los artistas no reciben ninguna clase de apoyo, aunque en muchas actividades tengan que representar a la municipalidad y a las asociaciones de desarrollo. No es porque no hayan recursos, pues ya se ha visto que se gastan cuantiosas sumas en pagar manifestaciones “masificadas y comerciales” como los “shows” de Doña Merry, el conciertos de Los Ajenos, los desfiles de navidad, entre muchas otras.
Actualmente, existe un fondo para apoyar las actividades artísticas y culturales, sin embargo, la formalidad y los obstáculos para ejecutar el proceso, la falta de acompañamiento y la “cochinada” destinado para el financiamiento, refleja sus enormes limitaciones para cumplir con tal cometido.
Muchos de los artistas locales, sumamente entregados y con aspiraciones para mejorar su arte, no tienen más opción que ofrecerlo como mercancía. Se les obliga a adentrarse en la carnicera competencia del mercado cultural, donde las condiciones pueden ser poco dignas, y las posibilidades de salir con éxito no están aseguradas debido a la desigualdad con que opera. También pueden ser adaptados a lo requerido por el mercado, apagándoles en demasía el fuego creativo.
Tras de verse obligados a esa desafortunada situación, algunos grupos vinculados con las asociaciones de desarrollo intentan buscar por aparte un incentivo, no obstante, las asociaciones los han obstaculizado, pues por ejemplo, no los dejan usan los nombres con el que los grupos se han consolidado, o les impiden usar algunos de los activos que pertenecen a la asociación y que son requeridos para las puestas.
Es importante aclarar, sobre esto último, que conocemos los condicionamientos legales de las asociaciones de desarrollo para operar de ese modo; el reclamo va orientado a denotar la penosa situación a la que deben llegar los artistas para poder continuar.
Todo esto lleva desincentivar la producción artística local y contribuye a posicionar la cultura dominante de masas y comercial, lo cual indica otra forma mediante la cual las autoridades municipales nos llevan a la subyugación las manifestaciones artísticas a las dinámicas de mercado. Así las cosas, en las calles de Belén, tan poco escuchadas por nuestros gobernantes, se clama: ¡Espacios para la cultura local y de calidad! ¡Espacios dignos para la cultura! y ¡Apoyo a los artistas locales!