Este 8 M quiero que luches conmigo, no que me felicites
Carla Fabiola Padilla Salas*
Es una práctica muy habitual que las mujeres seamos felicitadas el día 8 de marzo por el hecho de haber nacido mujeres, o que nos regalen flores o chocolates, tal cual San Valentín, pero en marzo. Sin embargo, pocas de estas personas se preguntan ese día sobre las dificultades y retos que hemos tenido que atravesar en esta sociedad por haber nacido mujeres. Actualmente, también existen contrapropuestas a esta práctica y desde muchas colectivas y movimientos sociales se nos invita a reflexionar y visibilizar las luchas de nuestras ancestras y, sobre todo, pensar críticamente cuáles son los derechos que aún nos faltan.
Este día invitémonos e invitemos a reflexionar con quienes conversemos: ¿Qué otros derechos nos están haciendo falta? ¿Igualdad salarial? ¿Libertad y seguridad para recorrer las calle / los espacios en un ambiente seguro y de respeto? ¿Una repartición justa de las tareas domésticas y de cuido? ¿Responsabilidad afectiva? ¿Libertad para vivir mi vida como lo decido? ¿Simplemente vivir sin miedo a ser acosada, violada o asesinada en cualquier momento, simplemente por el hecho de ser mujer? Que este día sea para reflexionar y exigir lo que queremos para nosotras y todas las nuestras.
En este espacio podría citar muchos informes, estudios e investigaciones donde se señala que la DESIGUALDAD entre hombres y mujeres es REAL; sin embargo, prefiero motivarles a que desde su círculo inmediato puedan cuestionarse quiénes se están beneficiando y quiénes se recargan o vulnerabilizan en su dinámica familiar, laboral, doméstica, afectiva, etc. Cuestionar nuestras actitudes y privilegios es un gran primer paso para lograr la igualdad que tanto nos sigue haciendo falta.
Finalmente, no quisiera terminar este texto sin agradecer y honrar los procesos de luchas de esas obreras de una fábrica textil que un 8 marzo de 1875 en Nueva York fueron asesinadas por la policía en una manifestación que buscaba la igualdad salarial y mejores condiciones laborales, dando origen al primer sindicato registrado femenino de la historia en 1877. Quisiera recordar también a las 15000 mujeres trabajadoras que en 1908 salieron a las calles de Nueva York contra jornadas extensas, condiciones inhumanas y penosos salarios, todas bajo el lema “Pan y Rosas”. Traer a la memoria a las 146 trabajadoras que fallecieron en un incendio de la fábrica textil Triangle Shirtwaist a causa de derrumbes, quemaduras e intoxicación por humo siendo sus muertes provocadas por los propietarios de la fábrica, quienes cerraron las salidas del recinto por ir en contra de mejores condiciones laborales y salariales exigidas por estas mujeres trabajadoras. Agradezco y honro estas luchas, así como tantas otras más a lo largo de la historia, tanto las registradas como aquellas invisibilizadas en libros o medios dominados principalmente por hombres.
Si este 8 de marzo quieren regalarnos algo, que sea su fuerza y bravura para levantar la voz cuando algo está mal para no ser cómplices de lo injusto y opresivo de este sistema. Valentía y empatía para cuestionar sus privilegios y, sobre todo, quienes quieran unirse y sientan la obligación moral de acompañarnos en esta lucha para ir creando un mundo más justo y llevadero para todas las personas que lo habitamos.
*Mujer joven, esperanzada en un cambio.