marzo 29, 2024

Bandera que representa a la comunidad LGTB

Karol Carmona Alvarado

Es constante que dentro de los centros educativos se manifiesten diversas formas de violencia hacia las y los estudiantes, pero una de las más críticas es la violencia escolar por orientación sexual. El maltrato psicológico y físico hacia los menores sexualmente diversos ha desembocado en que el Ministerio de Educación Pública, en los dos últimos años, realice campañas y protocolos para ir erradicando este tipo discriminación.  

Es por ello que se estableció dentro del calendario escolar la celebración obligatoria del 17 de mayo, Día Internacional de la Lucha Contra la Homo-Lesbo- Bi- Transfobia.  La homofobia es el desprecio, odio, asco y la discriminación que se ejerce sobre las poblaciones gays, lesbianas, bisexuales y trans, y que lastimosamente, forma parte de las relaciones sociales y culturales  diarias de las escuelas y colegios de Costa Rica.

Son múltiples las denuncias y poco lo que se hace dentro de las instituciones escolares ante este panorama. Las y los estudiantes se enfrentan no solo con los castigos, el maltrato físico y psicológico de otros compañeros(as), si con los comentarios peyorativos y cargados de odio expresados por los mismos administrativos y  docentes, quienes  tienen la responsabilidad y la obligación legal de trabajar en la no exclusión de las poblaciones sexualmente diversas y en la construcción de cambios mentales que eviten todas las formas históricas de  discriminación.  

Junto a lo anterior se encuentra la justificación de este tipo de violencia por desconocimiento,  ignorancia y preceptos morales anticuados de profesores, quienes en su imaginación hacen vínculos inexistentes de la Biblia con las luchas por los Derechos Humanos para justificar la homofobia.

Existen otros casos donde se les resta importancia a las denuncias que realizan los educandos, lo que conlleva a la normalización del choteo, la discriminación y la desigualdad.  Mientras que en algunas lecciones de religión tratan a estos  jóvenes como “enfermos”, “poseídos” o como ciudadanos de segunda categoría. Las y los educadores que trabajan voluntariamente en algunas instituciones educativas en la lucha contra la homofobia y los Derechos Humanos son tachados por sus superiores como promotores de la homosexualidad entre los jóvenes.

No es casualidad que esto se manifieste explícitamente en las instituciones escolares; las escuelas y colegios  son el reflejo de lo anticuada, doble moral y medieval que es la mentalidad de muchos costarricenses . Quienes desde sus casas prejuician a sus hijos e hijas contra con quién es diferente. Les enseñan a  discriminar, a violentar a los gays, a los  afrodescendientes, a los  Nicaragüenses, a los indígenas, las mujeres y ancianos. Educan a sus pequeños para que esta violencia se reproduzca como  algo sin importancia y normal en la vida diaria.

Las circunstancias descritas muestran que hay muchos prejuicios y desconocimiento en temas de sexualidad. Es necesario abrir espacios de discusión y diálogo en los centros educativos y en las comunidades sobre temas de orientación sexual, discriminación y homofobia. Es urgente sacar el odio del aula, del barrio y de su propia casa. No existe paz y ni democracia dentro de un país donde las poblaciones sexualmente diversas siguen enfrentando obstáculos para garantizar su dignidad, su libertad, su derecho amar, su identidad o disfrutar de una vida libre de violencia.

Es necesario aplicar desde el hogar, las comunidades y centros educativos, estrategias de enseñanza transformadoras que permitan que las y los niños comprender y respetar las diferencias de sus iguales; desde ahí se iniciará la construcción de sociedades menos violentas y más solidarias. Es urgente que los funcionarios del MEP se comprometan y cumplan con los lineamientos y protocolos  para evitar que este tipo de discriminación no se genere en los centros educativos y que con ello el colegio y la escuela sea un espacio libre de homofobia. Recuerde: ¡la homosexualidad no es una enfermedad, la homofobia sí!

 

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