marzo 28, 2024

 

Foto_perfil2Ronald Díaz V.

No deja de sorprenderme cuánto ha cambiado Belén. He vivido en este pueblo medio siglo y de aquellas calles oscuras y polvorientas que me vieron crecer, solo queda el cuento, y un vago recuerdo.

El acelerado desarrollo industrial y comercial convirtió nuestro cantón en una mezcla sui géneris en donde conviven miles de almas que habitan el Belén-dormitorio, sin arraigo alguno, con las familias de pura cepa: los belemitas de corazón que rescatan lo que aún nos queda de pueblo.

El belemita sabe que vive en un cantón que goza de muy buena reputación.  ¡Qué lindo pueblo!, dicen los foráneos cuando nos visitan o preguntan sobre nuestro lugar de procedencia.

Y es cierto. Somos una comunidad limpia, tranquila (con excepción del tránsito) y bastante segura. ¿Aburrida? Quizás.

Un tío mío, de oficio marinero, acostumbrado a la bohemia, solía quedarse contemplando la noche, y las calles desoladas del Belén de hace 40 años y con ojos tristes y resignada expresión exclamaba: ¡Oh Belén! ¡Sos un cementerio!

El asunto no es tan grave hoy, pero ciertamente nos hemos quedado rezagados en cuanto lugares y opciones de esparcimiento (que no sean bares ni centros comerciales) para motivar a los belemitas a que apaguen sus televisores y salgan de sus casas para relacionarse con sus coterráneos.

Las noches de Belén no distan mucho de aquellas cuando, después de misa de 8, la gente salía del templo, daba 5 vueltas al parque o iba a la soda del pueblo y después, cada uno para su casita.

El  grupo Guapinol, por fortuna, se ha mantenido activo a lo largo del tiempo y hacen una gran labor de fortalecimiento de la Cultura.

Hace poco, por ejemplo, estuve en el homenaje anual organizado por esa agrupación para honrar la memoria del ilustre escritor Fabián Dobles, y me encantó ver a las familias reunidas para disfrutar de las presentaciones de grupos artísticos y musicales del cantón conformados por niños, jóvenes y adultos mayores.

Necesitamos mucho más de eso. Pero también nos hace falta, de forma imperiosa, contar con un teatro o inmueble que esté a la altura, en diseño y equipamiento, con un Belén que presume de su alto desarrollo humano.

Se me acabó el espacio. Ya habrá tiempo para ir reflexionando sobre lo que nos sobra y falta. Sobre lo bueno, lo malo y lo feo de vivir en un cantón tan progresista. Este Belén del nuevo siglo: lindo, seguro, y algo aburrido.

 

2 pensamientos sobre “Un pueblo lindo y aburrido

  1. Soy un Belemita de pura cepa que cumplirá 48 años en Enero Próximo, por cuestiones laborales deje mi pueblo hace mas de 15 años y puedo dar fe del increible cambio que ha sufrido mi bello pueblo, concuerdo con Don Ronald, a quien tengo el placer de conocerlo, en que cada vez que dices de donde vienes, solo comentarios positivos encuentras, pero añoro y extraño mi Belén de hace 35 o 25 años, el Cine Murillo, Trueno, el Ojo de agua de aquel entonces, las fincas, la misa de 6 en La Ribera o la de 7 en San Antonio, los turnos en Junio, etc….
    Un gran saludo a mi pueblo desde Puerto Viejo de Limon

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