abril 18, 2024

Por María Amalia Zamora

Aunque en Costa Rica se ha votado en elecciones para jefes de estado desde 1824  y para presidentes desde 1848, no es hasta 1950 que las mujeres logramos sufragar por primera vez.

Un atraso mayor se da cuando vemos que el voto femenino es declarado por las Naciones Unidas como un derecho humano hasta 1979. Y a esta fecha hay que agregarle 5 años más para que, esa aprobación mundial, fuese ratificada en Costa Rica.

A las mujeres nos cuesta todo y la historia es déspota al mostrarnos como las mujeres de otros siglos murieron luchando por tener acceso a libros, a estudios universitarios, a libertades en el vestir, al libre tránsito, y hasta lo que hoy vemos, simplemente, como el derecho a votar.

Quizás ya no cale tan profundamente el mensaje de otrora que la política es cosa de hombres. Y por eso desde 1953 se eligieron las 3 primeras mujeres diputadas. Y dichosamente a partir de 1986, la elección de mujeres en puestos elegibles ha ido en aumento.

Si reducimos el foco de análisis a nuestro cantón, las mujeres estamos, tristemente, en desventaja pues aún seguimos despreciando el derecho a elegir y a ser electas.

Si analizamos la primera acción, la de elegir, los datos del Tribunal Supremo de Elecciones son desgarradores pues en la pasada elección municipal (2010) tan solo 3085 mujeres ejercimos el voto. De un total de 8102 electoras en padrón, nuestro abstencionismo fue de 61.9%

Si miramos con lupa lo de ser electas, el panorama es aún más sombrío pues de los cuatro partidos registrados para estas elecciones de febrero 2016: lo de las mujeres en puestos elegibles solo se cumple en la Coalición Alianza por Belén, quienes con la señora María Antonia Castro, actual regidora suplente, encabeza las regidurías en propiedad. Los demás partidos siguen reflejando la imagen latinoamericana de “las mujeres al final de las listas de candidatos titulares, o bien en los espacios de las suplencias donde tienen reducidas, cuando no nulas, posibilidades de ocupar el cargo” (Massolo, 2007)

Así mismo, nos quedamos con las ganas de ver papeletas donde se postularan mujeres a la Alcaldía, o donde un candidato a alcalde fuese acompañado por dos mujeres en las vice alcaldías, fórmula permitida por la paridad y la alternancia del TSE.

Debemos decidirnos a derribar los estereotipos de que los altos cargos están reservados para los hombres. Tenemos grandes mujeres con una amplia capacidad e historia comunal que serían excelentes alcaldesas. Seamos valientes en impregnar a la política de la sensibilidad que nos rodea para impulsar una participación femenina mucho más activa en nuestro cantón.

Las invito de manera efusiva a que desde ya trabajemos en ir a ejercer el privilegio al voto por el que muchas mujeres murieron en siglos pasados y/o que nunca lograron ejercer.  No nos conformemos con ser mayoría en el padrón electoral pero minoría en votos ejercidos, ¡salgamos a votar!  

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