abril 23, 2024

Mercancías, viajes y viajeros: La Estación del Ferrocarril al Pacífico en San Antonio de Belén (1950-1980)

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Foto de la estación publicada en la página de Facebook “Fotos antiguas San Antonio de Belén”.

Luis Adrián Murillo Guzmán*

A menudo, los cambios experimentados a nivel nacional, tienen incidencia en la dinámica local de cada pueblo. El desarrollo de nuevas políticas, la aprobación de una ley, la construcción de caminos, o bien, algo tan particular como el inicio de actividad ferroviaria, pueden ser agentes capaces de alterar la vida sociocultural y la economía de las localidades y regiones. Este fue el caso de San Antonio de Belén.

Hacia 1895, la clase política costarricense visualizó la necesidad de construir un ferrocarril nacional al Pacífico. Para ello, firmó contratos con John Casement y Warren Knowtol en 1897 y 1909 respectivamente, los cuales se encargaron de edificar la obra. Durante la primera década del siglo XX, se efectuó la construcción de las estaciones de San José, Las Pavas, Ojo de Agua, Nuestro Amo, Turrucares y Hacienda Vieja progresivamente. La línea férrea llegó a la comunidad belemita a mediados de mayo de 1900 y fue anunciada por el piloto de la locomotora María Cecilia. Como parte de ese proceso, hacia 1902, entró en funcionamiento la primera agencia del ferrocarril de San Antonio de Belén.

Con la inauguración del ferrocarril en 1910, se estableció un servicio regular de transporte entre San Antonio y San José; sin embargo, fue muy frecuente que se suspendiera debido a las inclemencias del tiempo y los derrumbes. Con todo y las irregularidades, San Antonio recibió la visita de viajeros de otras zonas del país y su economía creció notoriamente.

Más tarde, durante la década de 1930, el ferrocarril se electrificó, se modernizó y ganó capacidad de arrastre y velocidad. Gracias a ello, asumió la misión de abastecer de agua extraída de las nacientes de Ojo de Agua, tanto a Puntarenas como a otras poblaciones por las que transitó. Justo el 8 de diciembre de 1937, se inauguró un balneario público, propiedad del Ferrocarril al Pacífico.

La Estación de San Antonio de Belén constituye un símbolo de gran significado para la comunidad, por su importancia histórica-cultural. Fue construida aproximadamente entre 1897 y 1902. Su arquitectura es de inspiración victoriana, y casi la totalidad de la estructura fue hecha a partir de madera. Por su parte, la Estación cumplió funciones de carga y descarga de mercancías y pasajeros, la primera en el país con esta condición.

A todas luces, lo anterior favoreció el comercio con las localidades más cercanas de Alajuela, Heredia, San José, y con otros puntos como Orotina y Coyolar, sobre todo para transportar el café con destino al mercado europeo. Asimismo, hay quienes afirman que el ferrocarril traía productos como “maní, arroz, frijoles y aguacates…de Orotina, Quebradas, Hacienda Vieja… y también…arena y piedra”, para mantener la vía, o bien, venderlos durante el trayecto. Incluso, se transportó ganado desde la zona del Pacífico Norte costarricense, parte del cual era propiedad de Julio Sánchez, ganadero con fincas en Guanacaste.

En la Estación del Ferrocarril, laboraban tres empleados “…el agente, el bodeguero y el estibador”. Este último era el encargado de cuidar los productos resguardados en la bodega y evitar “…que alguien viniera a hacer daño”. Cuando traían café, por ejemplo, el estibador era el encargado de vigilar la concordancia entre los sacos cargados y los manifestados por los dueños. Por su parte, el bodeguero era el encargado de acomodar y mantener en buenas condiciones los productos allí guardados y el agente era el empleado de comunicación directa con las oficinas centrales del Ferrocarril al Pacífico.

Además de ser fuente de empleo y contribuir al transporte de productos, el ferrocarril también significó la posibilidad de visitar la costa pacífica de este país. Muchas familias de la comunidad viajaron en tren hacia Puntarenas, evento que caracterizaron como una experiencia por entonces impresionante. Al interior del ferrocarril, un par de señoras transitaban los pasillos vendiendo gallos de papa y refrescos, aunque también había un vagón especialmente destinado a esta actividad. La sensación de aventura, el descubrimiento del mar y la experiencia de viajar en tren, constituyó el mejor aliciente para aquellos que desearon veranear en Puntarenas.

*Estudiante de Bachillerato en la carrera de Historia de la Universidad Nacional. (Costa Rica). Este artículo aprovechó información de Martínez Colorado, Mercedes y otros. “Estación 5, Ferrocarril de Belén. Oro a través del Tiempo”. Proyecto de Trabajo Comunal Universitario “Pasado y Presente de las Comunidades Costarricense”. Universidad de Costa Rica, 2011, e información suministrada por don Víctor Manuel Murillo Villalobos (entrevistado el día 18 de Abril de 2017).

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