marzo 29, 2024

María Fernanda Segura Beltrán

Centro Educativo Fidel Chaves Murillo

Sección 5-1

Érase una vez, una pequeña oruga llamada Aurora, que no quería ser una mariposa, ya que su padre le decía que las mariposas niñas, deben de tener las alas de color rosa y las mariposas niños deben tener las alas azules, sin embargo, esto no le parecía bien Aurora, pues ella quería tener sus alas azules.

Cuando Aurora creció y se convirtió en una hermosa mariposa, su padre la obligó a usar las alas color rosa por mucho tiempo, pero un día Aurora las pintó de azul y fue a dar un paseo por el pueblo, madres y padres le cubrían los ojos a sus hijos, para que nunca pensaron en pintar sus alas de un color diferente del que debían llevarlas. El padre de Aurora enfurecido, le gritó delante de todos: ¡Jovencita, toda la vida estuve diciéndote que debes llevar las alas rosadas y ahora que eres grande, no vas a cambiar eso! ¡Solo las mariposas niños pueden tener las alas azules! ¡Estás castigada! La tomó por las patas y la llevó a casa.

Aurora estuvo encerrada muchos días en su habitación, hasta que recibió una visita inesperada, una periodista que quería llevar su historia a todos los rincones del mundo, y así fue, Aurora viajó por muchos lugares, alentando e inspirando a miles de mariposas a creer en sí mismas y seguir sus sueños, al final, sus alas podían ser del color que más les gustara.

Después de mucho tiempo, era hora de volver a su pueblo, a su amado Margarita. Su padre conmovido por todo lo que hizo su mariposita y feliz de que regresara a casa, organizó una gran fiesta para celebrar que había vuelto y le dieron una gran sorpresa. En su pueblo, todas las mariposas tenían alas de distintos colores, incluso su padre tenía unos hermosos círculos de colores en sus alas, también había muchos periodistas captando ese bello momento.

Más tarde, en la plaza del pueblo, cuando Aurora se disponía a dar su discurso, un periodista que estaba en la multitud preguntó: ¿Aurora, tu lucha es porque quieres ser niño? En ese momento, hubo un silencio incómodo en el pueblo, pero Aurora con una gran sonrisa respondió:

Me siento feliz de ser niña, mi inconformidad es con los estereotipos que impiden que podamos elegir lo que más nos haga felices, si vienes de una familia de médicos, pero tú quieres ser abogado, ¡sé abogado!  

Si tu familia nunca ha salido de este pueblo y tú quieres viajar ¡pues viaja!

De esto se trata todo, siempre haz lo que más te hace feliz, no lo que hace feliz a los demás, siempre dentro del respeto y sin afectar la libertad o los derechos del otro.            

Fin

Todos sin importar nuestro sexo, raza o credo, tenemos derecho a ser respetados como iguales. Hay que recordar siempre que mis derechos terminan donde comienzan los derechos del otro.

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