marzo 28, 2024

“Si no está en Los Zumbados, no hay en ningún lado”

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Esta es la famosa esquina de Los Zumbados (foto de Gonzalo Sánchez Villegas y reproducida del l libro Legado en Blanco y Negro).

Reza la historia que los belemitas tienen un refrán que todos conocen, “si no está en Los Zumbados, no hay en ningún lado”, y es que aquí se conseguían cosas un tanto particulares, desde “cigarros amarillos”, agua sedativa; que se usaba para la calentura de los niños, tarzana; era algo para la ropa, yodo para las heridas y hasta vaselina para el pelo.

Es la Surtidora Los Zumbados que durante muchos años fue el almacén por excelencia de los belemitas;  donde se compra de todo.

Este negocio ya forma parte del legado tangible de la historia de nuestra comunidad, sus más de 100 años de existencia así lo respaldan.

Esta esquina es testigo fiel de la evolución de nuestro cantón, vivió la algarabía por la llegada de las reses al toril, que se ubicó a un costado de la estación del ferrocarril, vió el paso acelerado de los vacacionistas que viajaban en tren hacia Puntarenas y, más recientemente, atestigua las congestiones vehiculares que marcan nuestra época.

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Alejandro, Gustavo, Sergio y Marco Vinicio en el negocio.

Según datos de la familia Zumbado, para 1905 dicho negocio ya estaba establecido.   Hay registros que constatan que para 1850 en esa famosa esquina ya había una casona hecha de adobe.

Las primeras dueñas del lugar eran dos hermanas de apellido Moya, una de ellas de nombre Evangelina, de la otra no se tiene registro.

En 1905 el terreno es comprado por Ezequiel Venegas Zumbado, Froilán Zumbado Zumbado y Enrique Zumbado Zumbado.

El 15 de julio de 1910 se casan Enrique Zumbado Zumbado e Ignacia Zumbado, este matrimonio sería, en gran medida, el responsable de administrar La Surtidora.

En los primeros años Enrique tiene como socio a su hermano, Froilán, este más tarde se apartaría del negocio.

Desde su inicio La Surtidora se caracterizó por tener de todo: abarrotes, ferretería, licores, canfín, candelas, bolas de jabón, ropa y más.

En El Guacho recurrimos a Doña Nora Zumbado, una de las herederas de este lugar, para conocer más de la historia del legado de su familia.

Recordó que su padre, Enrique Zumbado, siempre se dedicó al comercio, aparte de  encargarse del almacén, también importaba telas, “traía casimir inglés que para aquellos años se vendían a 25 centavos la vara”, relató doña Nora.

Esta familia predominó en los negocios del Belén de mediados del siglo pasado, el otro hermano de Enrique, Manuel Zumbado, tuvo un negocio en la esquina donde Julio Chaves, a un costado de la plaza de fútbol de San Antonio, y  en el actual bar El Almendro, de La Asunción, otro familiar, Francisco Zumbado, manejaba un comercio.

Anécdotas hay muchas, como aquella que una vez don Enrique, sin usar sumadora ni ninguna otra ayuda tecnológica, le corrigió una factura mal hecha a un agente vendedor, este, desconfiando del resultado fue a revisar la suma a un negocio vecino y resultó que don Enrique tenía razón.

Don Enrique Zumbado estuvo al frente del negocio hasta 1974, año en que fallece,  su hija recordó que su padre con sus 90 años aún atendía clientes.

Del matrimonio entre Enrique e Ignacia nacieron 8 hombres y 4 mujeres. Luego del deceso del patriarca dos de los hijos, Gustavo e Ignacio se hicieron cargo del  negocio familiar. Otros de los hermanos son Efraín, Mario y Franklin.

Libras y centavos

Cuenta doña Nora que en aquellos años se usaban otras medidas y al dinero se le conoció con otro nombre.

La mayoría de productos se compraba por libras y no por kilos. Cosa similar sucedió con la plata, olvídese de los colones para ese entonces se transaba con pesos o centavos.

Y es que en aquellos años eran muy diferentes las cosas, por ejemplo, no se vendían tortillas, sino que había que comprar el maíz en grano, luego molerlo para posteriormente comerse un buen gallo con tortillas recién hechas.

La mayoría de los productos venían a granel, la sal no se compraba en bolsas plásticas sino en unas de gangoche, el azúcar se traía  en saco y la manteca en latas. La familia Zumbado se encargaba de empacar los alimentos en libras.

La leche se conseguía en lecherías locales, algunas ubicadas en La Ribera, como la de “Los Chaves”.

Hablando de plata, tenemos que decir que los precios de antaño no tienen comparación con los de hoy, por ejemplo, una libra de sal costaba 15 centavos y  el arroz 55 centavos.

Eran varias las denominaciones que se usaban, podían ser centavos, también conocidos como reales, tambien habia pesos, que para entonces era, “un montón de plata”.

Antiquísimos almacenas de San José como el Pedro Raventós, Hermanos Rodríguez y El Garabito, eran los principales proveedores de todo lo que se conseguía en Los Zumbados. La mercadería era enviada a Belén via encomienda del tren.

De Belén al Puerto

Uno de los productos estrella de Los Zumbados fue el paquete de rosquete, que se vendía a 25 centavos.

Los compradores de ese pan eran los usuarios del tren que viajaban para Puntarenas y Alajuela, que  hacían parada en nuestra comunidad.

Las familias belemitas le deben mucho al rosquete, en aquel entonces la venta ambulante de ese producto  se convirtió en una fuente de ingresos importante.

Doña Dora recordó que el primer tren llegaba a nuestro pueblo a las 4 de la mañana, el siguiente arribaba a las 8 am, el cual venía lleno de heredianos o alajuelenses con rumbo al Puerto.

A la 1 de la tarde pasaba el tren que regresaba de la costa pacífica cargado de vallecentralinos, otro servicio pasaba a las 3 de la tarde y el último era el de las 5, que generalmente era usado por los estudiantes de la época.  

La llegada de las reses al toril también era un acto espectacular en Belén, decenas de parroquianos se apostaban en las orillas de las calles de lastre para ver pasar la manada vacas, de esto es testigo silencioso La Surtidora.

Invasión de chinos  

Hay periodos en la historia que han sido muy duros para la familia Zumbado uno de los más graves fue allá por la década de 1970 y la crisis económica de entonces, fue cuando escaseaban alimentos, para esos años la mitad del negocio fue alquilado al gobierno, que instauró en esa esquina el recordado “Estanco”.

Otra época difícil fue el terremoto de Limón de 1990, desastre que dañó las viejas  paredes de adobe del negocio, las cuales fueron reconstruidas con cemento.

Pero quizás uno de los mayores retos que afronta esta familia es la competencia. Las amenazas son varias; hace algunos años eran los megasupermercados de las grandes corporaciones transnacionales. Hoy la batalla es contra las pulperías a cargo de ciudadanos orientales, que en los últimos años han emergido en cada esquina de nuestro cantón y del país.

Actualmente La Surtidora es manejada por Sergio “Checho”, Gustavo y Marco Vinicio, es la tercera generación de Zumbados a cargo, y son los llamados a mantener un espacio que es referente para Belén.

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