marzo 28, 2024

Rafael Ángel Pérez Córdoba*

En los tiempos actuales, aún en los sistemas denominados democráticos, se practican fórmulas tradicionales de liderazgo, tanto en las esferas del gobierno nacional como de los gobiernos locales, lo mismo que en las empresas y organizaciones, así como en la vida cotidiana, familiar y comunal. Estas prácticas antidemocráticas y muchas veces represoras subsisten gracias a lo que Václav Havel denomina la connivencia.

Para Havel, la connivencia consiste en la actuación de los menos poderosos de la sociedad, quiénes actúan con automatismo y sumisión hacia los superiores. De esta manera, nos damos cuenta que la connivencia se presenta en todos los ámbitos donde existe el poder, pero sobre todo en las dimensiones políticas y laborales.

Havel anota como ejemplo, la actuación de un verdulero en la Checoeslovaquia de 1978, cuando ese país era dominado por el comunismo soviético – el mismo que mal interpretó las ideas maravillosas de Carl Marx, creando estados centralizados y totalitarios -. Dice Havel, que al verdulero le llegaba, junto con los insumos: verduras y frutas, un rótulo que decía: “Trabajadores del mundo uníos”; el cual obedientemente colocaba en una de la ventanas de su tienda. Lo hacía por temor a sus superiores, por miedo a que intervinieran su negocio si no lo colocaba, es decir por automatismo y sometimiento, nunca porque creyese en las ideas expresadas en el rótulo.

Ese mismo ejemplo lo podemos trasladar a la situación costarricense en los tiempos presentes, sobre todo en los ámbitos cercanos a nuestra vida cotidiana, como el comunal en sus distintas formas de poder. Muchas veces no estamos de acuerdo con las situaciones que ocurren, sabemos que están mal, reconocemos que quiénes nos dirigen no son los más aptos, al contrario se caracterizan por el autoritarismo, la ignorancia y las prácticas corruptas y sin embargo callamos. Lo hacemos por prevención,  por recelo a ser perjudicados si nos manifestamos en contra de las actuaciones de nuestros jefes o dirigentes. En el campo laboral se puede perder el trabajo y en el político no recibir prebendas o favores. En fin actuamos con connivencia convirtiéndonos en cómplices de la mediocridad.

Frente a esa conducta de connivencia de los menos poderosos hacia los que ostentan el poder, el mismo Havel plantea el “poder de los impotentes”, es decir una actuación distinta a la tradicional que coincide con los fundamentos de la teoría del caos en la física cuántica. Esto implica, el valor de la influencia sutil (del “efecto mariposa”) por medio del cual, cada uno de nosotros puede plantarse y llevar a cabo pequeñas actuaciones que están a nuestro alcance, ya sea expresándonos o haciendo cosas que no respondan a lo que nuestros dirigentes esperan de nosotros.

Lo que quiero decir, es que podríamos actuar diferente a la manera del verdulero checoeslovaco, tirando el rótulo a la basura, de esa manera nos convertiríamos en un modelo que otros puedan seguir, adicionado así ideas y actuaciones en contra de los procederes de jefes y dirigentes que juegan con nuestro temor a ser castigados, e iniciando un cambio profundo en búsqueda del respeto a los Derechos Humanos y de las libertades individuales. Para ello, primero tenemos que auto analizarnos en qué campos de la vida estamos actuando con connivencia y desde luego: ATREVERSE A TIRAR EL RÓTULO. ¿Se anima usted estimado lector o lectora a tirar el rótulo?

*Educador y Catedrático

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